“LOS IDEALES Y SU APLICACIÓN”
En
esta edad moderna, considerada una plaza fuerte del materialismo, es manifiesto
que muchas personas piensan aún en términos de idealismo. Se están formulando
preguntas al respecto, y una de ellas que se nos ha hecho, y que sin duda es
frecuente a la mayoría de los individuos pensantes de hoy, concierne a la razón
de ¿Por qué existe un manifiesto vacío entre los ideales y su aplicación?
La persona inteligente, puede darse cuenta de
que los ideales son la cosa más importante en este mundo. Las naciones
sostienen a través de los años, que trabajan por la paz, los hombres, como
individuos, lo hacen por aquellas virtudes capaces de establecer la paz y buena
voluntad lo mismo que para hacer del mundo un lugar mejor para vivir. Sin
embargo, sin hacer caso de los esfuerzos que se dirigen en esa dirección muchos
de ellos, quizás la mayoría, cuando llega una crisis, tal parece que recurren a
aplicar su naturaleza original o animal. La tendencia es que las naciones vayan
a la guerra; que los individuos piensen antes que nada en sus intereses egoísta
y , a despecho de las demandas y necesidades de otros, que procedan a seguir su
propio camino, a su manera, sin importarle si esto puede afectar o no a alguien
más.
Se nos ha enseñado repetidamente que los
hombres y mujeres inteligentes deben ser liberales y aceptar con calma sus
diferencias de opinión. La moderna civilización, que se ha desarrollado hasta
ahora, debía ser capaz de producir, como resultado, una fuerza o un deseo, por
el que los individuos se comprometieran a laborar de acuerdo. Aún para cualquiera
que haya vivido en las últimas dos décadas, es bien conocido que las naciones recurrirán
a la fuerza con el objeto de obtener el
fin que quieren lograr, enfrentándose aparentemente de una manera contraria a su propósito,
aunque públicamente estén apoyando
varias organizaciones cuyo objetivo sea la paz.
Lo mismo sucede con los individuos; existen
muchos en todas partes del mundo que normalmente, en su existencia diaria, son
buenas gentes, viven vidas más o menos corrientes y probablemente pertenecen a
alguna iglesia o denominación religiosa en las que se subscriben a ciertas prácticas
de ideales, pero por desgracia, muchos de ellos no pueden distinguir entre esos
ideales apoyados por un grupo y sus deseos egoístas individuales. Bajo mucha circunstancias,
en vez de poner en prácticas en su trato con otros individuos lo que les ha
enseñado su religión o filosofía, recurren a cualquier medio que puedan utilizar
con objeto de ganar el fin que se proponen y que creen importante en ese
momento particular.
En lo que respecta a esos individuos, la mayoría
de sus problemas son económicos. Ellos vivirán frecuentemente una vida normal
bien ordenada, pero pueden recurrir a pequeñas trampas o aun a pequeñas formas
de engaño con el objeto de ganar unos pocos pesos más. Además, hay algunos con
quienes nos ponemos en contacto en nuestra vida diaria que hablan bastante
acerca de los ideales y principios a que se subscriben pero, en realidad en sus
tratos con otras gentes, no ponen en práctica esos principios. Yo siempre he
tenido por convicción que todos tenemos la tendencia a aspirar a una situación ideal.
Pero algunas veces deseamos algo más grande que lo que somos capaces de
conquistar. El hombre ha especulado siempre con respecto a una sociedad perfecta,
un lugar y circunstancias en donde los seres humanos vivieran juntos en
perfecta armonía, en donde no hubiera codicia, egoísmo o engaño, pero
frecuentemente se ha considerado esta condición como una utopía.
Y para finalizar los antiguos filósofos, lo
mismo que los modernos, han usado este tema como un principio para ilustrar la
llamada perfecta; “CONQUISTA SOSIAL DEL HOMBRE”, que ironía a sabiendas
que el hombre ha sido incapaz de ganar en sus relaciones políticas, ese estado
en que tales condiciones puedan existir en todo tiempo. Y antes de terminar en
pocas palabras les digo, si ustedes se asocian a diferentes organizaciones con
el objeto de ser inspirados por sus ideales, yo Peter presumo que saben que necesitan
inspiración, ya que sus vidas carecen de los ideales que deban inspirarles.
Entonces, ¿Por qué sentirse desalentados u ofenderse al encontrar a otros
asociados que están en igual condición que ustedes? Ellos, también, están buscando
un medio de lograr esos ideales que esperan alcanzar, pero comprenden que están
en ese momento bastante lejos de semejante logro.
Solamente les pido
a mis queridos lectores traten de vivir en paz consigo mismo.
Peter Bustamante