Tuesday, September 25, 2012

¿ES NECESARIO ASISTIR A LA IGLESIA?




¿ES NECESARIO ASISTIR A LA IGLESIA?
“Hay algo de lo que quisiera obtener vuestra opinión o explicación, sin que se tome este artículo con intenciones de conflictos, más bien por ciertas preguntas que me llegan a mi correo de enseñanzas a los jóvenes, claro está, yo podría orientarlos pero no quiero debatir estas clases de temas. Se trata del caso de la  asistencia a la iglesia, especialmente cuando ella entra en conflicto con nuestros conocimientos, tales como la rencarnación y otros. Es muy posible, por ejemplo, que uno que haya asumido obligaciones de iglesia o hecho confesiones tenga más tarde escrúpulos de consciencia, cuando las vaya a realizar. Esto es una situación difícil cuando se han hecho pronunciamientos y dado el nombre para subscribirse a ciertos principios religiosos, y si esta diferencia de opinión se llega a conocer, entonces cuando asista a la iglesia lo miraran  como un “extraviado”.

  Muchos individuos de mente progresista cuyos puntos de vista han cambiado con su madurez de pensamiento, están confrontando este problema. Es absurdo que en muchas creencias muchachos o jóvenes se vean obligados a adquirir obligaciones sobre un credo o dogma religioso, obligaciones que en efecto, parece que los liga moralmente a ellos. Semejantes jóvenes tienen poca experiencia de la vida. No han estudiado religiones comparadas, ni se han familiarizado con filosofías clásicas o contemporáneas por lo que han estado poco expuestos a los errores de la teología, aun a los de la fe a los que ellos han sido ciegamente obligados a subscribirse. En la mayoría de los casos toda su relación con una actividad religiosa o credo teológico ha sido en la iglesia a la que los enviaron sus padres, así que su conformidad con los compromisos que han aceptado hacia ella son más de naturaleza de apremio que de preferencia intelectual o espiritual. Creen que lo que han hecho es mejor debido al consejo de sus mayores, pero la pregunta es esta; ¿estarán tan listos a aceptar las doctrinas a las que se han obligado cuando hayan llegado a la madurez? La actitud de los parientes de que “Lo que es bastante bueno para mí también es bueno para mis hijos” es errónea porque lógicamente, está falta de vigor. La idea de Dios no es interpretada universalmente del mismo modo; si lo fuera, existiría una religión universal.

  Tampoco el concepto de salvación o santidad espiritual es universalmente aceptado, ni las concepciones del mal, la inmortalidad, y la purificación espiritual. Cada padre tiene el derecho de estimular, y su deber es guiar a sus hijos hacia la reserva moral y el aprecio de la unidad y omniscencia Cósmica. El que un padre suponga que su manera de construir esos fines en la forma de ciertos dogmas o credos es la única infalible es falso, y tal actitud es más dañosa que beneficiosa. Mientras el niño está bajo la influencia paternal, no inquirirá ni se rebelará a la coacción aplicada, pero si más tarde el joven en su pensar independiente como adulto descubre que la religión a la que se suscribió originalmente no le satisface por más tiempo, ocurre un conflicto que puede tener hondo significado emocional, ya que encuentra que debe hacer una selección entre las convicciones personales en lo que representa para él la verdad y la violación de un solemne juramente tomado en fecha anterior. En la mayoría de los casos, la insistencia de los padres que sus hijos contraigan obligaciones co su iglesia o fe, es egoísta, aunque lo admitan o no. Por lo general lo que desean es ligarlos psicológicamente antes de que puedan llegar a tener una opinión contraria. Es la intención deliberada de poner a los hijos bajo una restricción, para que no puedan escapar hacia otros canales de pensamiento.

  Estos padres defienden su posición diciendo que están evitando que el niño se extravié, protegiendo su bienestar espiritual. En realidad, todo esto podría lograrse por medio de un ejercicio religioso o moral, sin las obligaciones que enlazan a una secta particular. Una secta que demanda semejantes obligaciones está mostrando también motivos egoístas sin hacer caso de las tradiciones, ni otras razones que cita.
La verdadera religión no es una obligación externa. Es el resultado de una devoción interna, es el deseo moral de ser parte de eso que, para la consciencia de uno, es lo bueno y lo verdadero. Cualquier otra influencia contraria no tiene contenido espiritual y, en su oportunidad, traerá un conflicto moral. ¿Está justificado que el niño o joven invalide estos juramentos obligados, inducidos a hacerlo en edad temprana? Bajo ciertas condiciones, sí. Solamente se debe admitir una obligación y mantenerla si ella constituye la plétora de la personalidad, representando el juicio completo del individuo después de la debida investigación, y si es sancionada por la consciencia como el recto curso de acción. Si la obligación se acepta bajo circunstancias pueriles, puede decirse que el ser del individuo, en realidad, no participó en la obligación y que por tanto, no existe realmente contacto de unión, ya sea en el sentido moral o en el legal. Cuando más tarde en la vida encuentre que en alguna otra religión, o en metafísica, misticismo o filosofía, existe una verdad adecuada y más representativa, que satisfaga su alma, entonces esta justificado el que se desvié de las obligaciones hecha bajo las influencias hechas primitivas, pero al abandonar esas obligaciones primarias no debe hacer nada que, en realidad, pudiera traer daños a otros.

  De modo que, si los deberes anteriores  de la iglesia hubieran incluido algunos elementos secreto, no debe divulgarlo a otros, aunque no este concurriendo por más tiempo a sus funciones. El continuar asistiendo a una iglesia debido a una obligación hecha durante un período de falta de madurez de mente, y cuyo, juramento ya no pueda aceptarse por más tiempo de buena fe, constituye una hipocresía. Tal estado es un error moral mucho más irrespetuoso que una tranquila despedida a lo largo de canales nuevos y más satisfactorios, de estudio espiritual. Cuando las autoridades de la iglesia amenacen con la condenación y con el castigo en la vida futura por semejante despedida, se debe estar convencido  de que verdaderamente es tiempo para hacer un cambio. Estas conminaciones por parte de las autoridades eclesiásticas indican el deseo, enteramente mortal, de construir  o mantener unida por la coacción una organización temporal. Semejante conducta, en sí misma, ciertamente es la desviación de un motivo elevado, profesado y espiritual.

Solamente les pido que en estos tiempos cruciales en el que vivimos, se mantengan bien integrados al seno familiar y traten de vivir en armonía con todos los hombres de buena voluntad, y mantengan las esperanzas de vivir en paz con ustedes mismo.

Peter Bustamante                                                       

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