"EL TEMA DEL ESPACIO"
El
tema del espacio puede ser dividido en tres clasificaciones mayores: perceptual,
conceptual y absoluta. Del primero, o espacio conceptual, surge
la noción del espacio que todos tenemos. Las facultades sensorias de la vista y
el tacto son la únicas dos de las cuales derivamos esas sensaciones que
engendran esta noción de espacio. Por medio de estos sentidos, percibimos tales
condiciones que, debido a sus características, son aludidas por nosotros como
espacio. Por consiguiente, el contenido perceptual de espacio es una categoría
natural, dependiente de los sentidos receptores. La percepción visual del
espacio constituye experimentar un vacío, una laguna de realidad visual. El ojo
no ve masa o substancia. Esta ausencia de realidad visual tiene una
especie de existencia negativa para nosotros. El estado de nada o espacio se
vuelve tan real para la mente como los objetos que son vistos. Por
consiguiente, hablamos de “ver espacio”, como si fuera una realidad. Una aseveración
más cierta sería “veo solamente una extensión”. Las mismas circunstancias se
aplican al sentido táctil o aquel del tacto. Donde las sensaciones del tacto
terminan, donde no somos más capaces de percibir las cualidades del tacto, eso
para la mente es espacio. Nosotros, por ejemplo, pasamos nuestras manos a lo
largo de una superficie suave en una habitación oscura. Cuando ya no somos
capaces de sentir ninguna substancia más allá de la superficie, nos referimos
al área como siendo espacio.
Desde el punto de vista perceptual, el
espacio es el límite en el alcance de la percepción, de las facultades de la
vista y el tacto. Podemos por analogía, decir que el silencio es una
especie de espacio también, pues constituye un limite de nuestros poderes auditivos
o del oído. El problema, psicológicamente es de convencer a las personas que el
límite de una cualidad, la ausencia de las sensaciones de un sentido, no tienen
existencia positiva en sí misma. Debemos pensar del espacio como siendo
únicamente la ausencia de la realidad discernible y no siendo realidad de por
sí. Por analogía, para el ciego, teóricamente, existe solamente espacio visual,
puesto que no puede ver ninguna realidad. Si un ciego fuera también privado del
sentido del tacto, cuán difícil sería convencerle que no hay nada sino espacio.
Usted sabe diferentemente por supuesto, porque puede discernir lo que el ciego,
o quien haya perdido su sentido del tacto, no puede. Debe realizarse, entonces,
que lo que usted percibe como espacio no es sino una ilusión. El espacio
está realmente lleno de radiaciones de una naturaleza electromagnética y
con aire; esto a simple vista son invisibles.
La segunda clasificación de espacio, el conceptual,
concierne a las teorías en particular que los hombres puedan tener del espacio.
Filósofos, metafísicos y científicos pueden usar los términos espacio
cósmico, espacios estelares y similares. Estos términos sin embargo
están relacionados a ciertas condiciones observables a las que ellos
arbitrariamente han asignado la palabra espacio para distinguirlo de
otros factores. Ellos hablan de espacio como
algo existente, por ejemplo, entre la Tierra y el Sol. Esto no significa
en el sentido perceptual porque ellos saben y pueden observar que hay
substancia y condiciones celestiales entre los dos cuerpos. Más bien, es la
intención el distinguir la región entre los cuerpos de una masa sólida y
continua. Obviamente, entonces, puede haber tantas clases de espacio conceptual
como hay mentes humanas para especular acerca de ello.
La tercera clasificación, el espacio
absoluto, en un sentido, es también conceptual. Es una noción de que hay
una condición de nada en que las partículas o masas están suspendidas sin
elementos unificadores entre ellas. Algunos de los antiguos astrónomos exponían
una teoría del espacio absoluto. Ellos no tenían en ese tiempo suficiente
conocimiento de la naturaleza de la luz para realizar que el hecho que ellos
eran capaces de percibir otros planetas era una indicación de una transmisión más
o menos continua de la luz para ellos de las regiones que ellos llamaban espacio.
Es patente que tanto el espacio conceptual como el absoluto son
dependientes del perceptual. Si el hombre no pareciera percibir el espacio a través
de los sentidos de la visión y del tacto, él no tendría noción de ello para
extenderlo en los varios conceptos que él tiene, ni sería capaz de declarar en
cuanto a su naturaleza absoluta. Puesto que el espacio no existe, tenemos solamente
aquello que podemos percibir por una parte; y por otra, aquello que no podemos percibir.
Eso que llamamos espacio es realmente una plétora de energía de varias
clases que los simples sentidos no pueden ver o sentir. A veces se alteran
entre la masa o substancia que tienen tales cualidades como dimensión, suavidad
o dureza, y el espacio perceptual.
Poniéndolo simplemente, la experiencia
revela que podemos ver un objeto, luego aparentemente más allá de él o sobre
este lado de él observamos el espacio y luego aun más lejos, otro objeto. Los
objetos se dice entonces que ocupan espacio o que tienen diferentes espacios o
lugares en él. Esta es la suposición, basada en la percepción, que hay tal condición
como espacio que puede ser rellenado con masa u objetos. Y para terminar quiero
darle un pequeño ejemplo muy sencillo, quiero que entiendan más esta integración
de toda la energía, vamos a usar como en mis tiempos hoy en día no se usa,
usaremos la analogía de un tablero de ajedrez con cuadros ROJOS y AZULES. Los cuadros azules en el
tablero se miran muy desprendidos de los rojos. La física nos lo ha probado,
por medio de la ley óptica, que los colores son bandas de ondas de diferentes
frecuencias o grado de vibración de la luz. Los cuadros azules y rojos
están fundamentalmente relacionados en la energía de la luz. El ojo separa
estos colores del espectro y los hace aparecer como no teniendo relación el uno
con el otro. Realmente, repetimos, están conectados en el espectro visible de
la luz. Así también con los objetos en el espacio. Ellos no están en lugares
diferentes sino en diferente relación con aquello que discernimos. En otras
palabras estamos acondicionados a tener ciertas clases de experiencias sólo
porque somos esa clase de ser. Es locura, por lo tanto, que tratemos de forzar
o creer que el universo debe conformarse a nuestras limitaciones.
Solamente
les pido que vivan en paz con ustedes mismos.
Peter
Bustamante