"LAS PREMISAS EN LA ORATORIA DELIBERATIVA"
Vamos hablar de algo que en estos tiempos ha vuelto
a la palestra pública. Lo que llamamos la oratoria. El orador técnico de
acuerdo al gran filósofo Aristóteles” hará uso abundante de los entimemas, que son el principal instrumento de
persuasión de que dispone. El entimema es una inferencia o deducción (un
silogismo, en terminología aristotélica), parecida en la forma a la demostración
científica, pero menos rigurosa, aunque tanto o más convincente ante un público
inculto. En el entimema se comen con frecuencia las premisas, apareciendo sólo
unas y sobreentendiéndose las otras. Además, las premisas no necesitan ser
verdaderas en sentido estricto. Basta con que sean verosímiles. Los que las
premisas del entimema formulan en general no necesita cumplirse siempre, basta con
que se cumpla frecuentemente.
La técnica retórica
ha de proveer al orador con un amplio repertorio o arsenal de premisas
verdaderas o verosímiles o generalmente aceptadas a cerca de cada tema, de tal
modo que a partir de ellas pueda construir los entimemas. A pesar que Aristóteles
dedico muchos capítulos y libros del caso, él afirmaba que se debía presentar y
preparar una técnica para cada retórica. Los temas más frecuentemente tratado
por la oratoria deliberativa, ante la asamblea popular, son los temas políticos
por antonomasia: los impuestos, la guerra y la paz, la defensa, el comercio
exterior y la legislación. Sobre todo estos temas debe estar bien enterado el
orador. Aristóteles hace sobre ellos una serie de consideraciones útiles al
orador político. Por ejemplo de los impuestos, no debe olvidarse de analizar también
todos los gastos de la ciudad, para si alguno es superfluo, suprimirlo, y si
alguno es demasiado grande, reducirlo; pues no sólo se aumenta la riqueza añadiendo
a lo que hay, sino también reduciendo los gastos. Los consejos de Aristóteles
en política exterior no olviden que van en el sentido de la política griega
antigua, amoral y sin contemplaciones. Así, al tratar de la guerra y de la paz,
recomienda al orador político que esté enterado de la fuerza militar de las
ciudades vecinas, así como cuáles son las posibles enemigas, de manera que
frente a las más fuertes se guarda paz y se puede hacer la guerra con las que
son débiles. En general, dos son las ciudades que se deben respetar: las que
son más fuerte que la nuestra y las que son beneficiosas para nuestro comercio
exterior.
El orador político
deliberativo ha de tener en cuenta que en último término decide con vista a su
propia felicidad. Por eso la técnica retórica ha de proporcionarle premisas
sobre la felicidad, empezando por su definición y elementos, pues es apelando a
la felicidad como logrará convencer a los miembros de la asamblea. Cada humán en particular y todos juntos en común tienen un
mismo objetivo, en función del cual elige o repudian, a saber, la felicidad y
sus partes. Casi todos están de acuerdo en que la felicidad consisten en una o
varias de las siguientes cosas: el vivir bien con excelencia, o el de disponer
con suficientes medios de vida, o la vida más agradable con seguridad, o la prosperidad
en vienes y esclavos. A veces se apela no a la felicidad entera, sino a una de
sus partes. Por eso el orador debe disponer de premisas sobre las partes de la
felicidad, que son en este caso: la nobleza, el tener muchos y buenos infantes,
la riqueza, la buena fama, los honores, la salud, la belleza, el vigor y la fuerza,
la buena vejez, el tener mucho y buenos amigos, la buena suerte y la excelencia
o virtud.
Las cosas
que orador recomienda en la deliberación de la asamblea, las presenta como provechosas
o convenientes, es decir, como bienes o como conducentes a la obtención de bienes.
Por ello conviene que disponga de premisas sobre los bienes, empezando por su definición
y sus clases. El bien se puede definir de dos maneras, por un lado, como (lo
que es elegible) por sí mismo y aquello por lo cual elegimos otra cosa, y también
como aquello que desean todos los seres o los provistos de sensación e
inteligencia. Los bienes son, en primer lugar, la felicidad, y además la
excelencia del alma y del cuerpo, la vida, la riqueza, la amistad, la gloria,
la elocuencia, la memoria, la perspicacia, los saberes, la técnica y la justicia,
sobre todos ellos ofrece según Aristóteles puntos de vista, que pueden ser utilizados
como premisas, un ejemplo muy claro: aquello cuyo contrario es un mal, es para
ellos un bien. Queridos lectores en mis formas de ver estas cosas y no soy un filósofo,
casi todo el mundo está de acuerdo en que dos propuestas convienen o son
buenas, y de lo que se trata es de decir cuál de ellas conviene más o es mejor.
Por eso Aristóteles presenta toda una batería de criterio y comparación, que
pueden ser empleado por el orador para presentar un aparente bien como
preferible al otro. Y para terminar Finalmente, Aristóteles señala que cada
candidato, la necesidad imperiosa de que el orador conozca las diversas formas
de gobierno (democracia, oligarquía, aristocracia, y monarquía y se adapte a
cada una de ellas, y diciéndole al populacho en su argumento, que lo que él
propone contribuye a su conservación, pues todos son persuadidos por lo
conveniente, y lo que conviene, son las palabras fehacientes de lo que él
propone por el bienestar de su pueblo y una democracia representativa.
Por eso estamos mirando las mismas caras de lobos disfrazados
de ovejas.
Señores ya el burro está en el pueblo y hay que
seguir dándoles los palos.
DESPIERTEN.
traten de vivir en paz con ustedes mismo.
Peter Bustamante