“EL DILEMA DE LA RELIGIÓN”
Quizás el problema más difícil
para establecer la unidad de religiones han sido los principios intangibles con lo que la religión
concierne. Primero existe el elemento ontológico. Atañe a la naturaleza de la
primera causa, el principio creador, mente o deidad, a la cual está vinculado
todo lo que el hombre percibe. La asunción de que tal causa exista, como hemos
descripto previamente, es innata en las reacciones del hombre con su medio
ambiente. Después existe otro elemento: el atribuir un propósito a esa causa.
¿Cuál es el principio gobernante? ¿Por qué la causa funciona tal y como lo
hace? ¿Cuáles son sus finalidades?
Estas ideas fundamentales de la religión conducen al asunto del bien y
el mal. Habiendo asumido un propósito a la causa o un fin a la función de Dios,
los religiosos encuentran bastante fácil el llamar bien a lo que está de
acuerdo con el propósito. Recíprocamente, es considerado como mal lo que parece
contrario al propósito divino concebido. El hombre por supuesto, no se concibe
así mismo fuera de los límites del propósito divino, no importa cuán
frecuentemente sea mala su conducta, es decir, que no concuerde con la bondad.
En consecuencia, el siguiente elemento de la religión es tratar de explicar
este estado divino del hombre y cómo está unido a Dios o a la Primera Causa.
Este elemento de enlace entre el hombre y Dios deja perplejo al religioso.
¿Cuál es la naturaleza de este Nexo Divino o Alma? La pregunta ofrece un número
inagotable de oportunidades para discusiones, polémica y conflictos.
Por último, existen aquellos elementos religiosos que se conocen
técnicamente como escatología o doctrina de las metas finales, que incluye el objetivo
de la existencia mortal. También incumbe el problema de la inmortalidad, un
tema del cual nos hemos ocupado en artículos anteriores. Todos estos elementos
no tienen objetividad. No tienen la misma tangibilidad que el hombre físico mismo. El
Dios del religioso no tiene esa substancia, como un árbol, por ejemplo, que
pueda ser examinada crítica y simultáneamente por un grupo de gentes. No
existen cualidades objetivas para Dios que pudieran percibirse y la que sobre
los hombres pudieran ponerse de acuerdo. El religioso puede aducir citas litúrgicas
o indicar un cuerpo de tradiciones y leyendas, como literatura sacra, para sostener
su debate. Esto sin embargo, es sólo materia de referencia, Aunque en sí mismo
es objetiva, en lo que se refiere a los principios religiosos, siempre permanece
intangible. Por lo tanto, la materia subjetiva de la literatura sacra, desde un
evidente punto de vista, frecuentemente tiene menos relación directa con
aquello a lo cual se refiere, que los artefactos o piezas de alfarería y
piedras tienen con su presunto creador.
El religioso podría replicar que aunque Dios no tenga realidad objetiva perceptible
para el hombre, sin embargo, Él y los elementos de la religión, son una
experiencia personal. Si Dios y los varios elementos de la religión tienen una
naturaleza positiva, definida, aunque no objetiva, ¿no deberían ser experimentados,
en igual grado, por todos los hombres? El religioso respondería a esto que los
hombres perciben esos elementos internamente, en formas diferentes debido a su
propia semejanza. Si esto es así, ¿Cuál es la naturaleza verdadera o absoluta
de los principios básicos de la religión? Si los fundamentos son absolutamente
una experiencia individual, entonces es inadecuado para cualquier grupo o sexta
religiosa el sostener que sólo sus propias experiencias son verdaderas.
Usaremos el ejemplo de dos hombres en pie sobre el umbral de un cuarto
absolutamente obscuro. Nada puede ser visto u oído objetivamente por ellos. Si
hay algo dentro del cuarto que no puede ser percibido objetivamente, y, sin
embargo, los hombres deben tener una realización, entonces necesitarán
experimentar subjetivamente. Sería una experiencia subjetiva individual. Sería
imposible que cualquiera de los hombres confirmara o refutara la experiencia
del otro, sobre el contenido del cuarto oscuro. Nada hay en el cuarto que pueda
señalar y decir: esto es lo que vi. Si suponemos que cada hombre tiene una
experiencia diferente de lo que hay dentro del cuarto, ¿Cuál tiene razón y cuál
no? Además ¿sería efectivamente el contenido del cuarto similar a lo que
cualquiera de los dos hubiera captado?
En este caso, en vista de que los hombres no están de acuerdo y ninguno
puede desaprobar a otro, la validez es estrictamente un asunto de experiencia
personal. Ambos podrían aceptar o equivocarse. Si el contenido del cuarto es
diferente de lo que cada uno de ellos experimenta, es obvio que los dos están equivocados.
Sin embargo, como es posible para cualquiera de los dos establecer
objetivamente la verdad de su experiencia, ambos han aceptado subjetivamente. Tienen
la captación subjetiva de que algo existe dentro de aquel cuarto oscuro. Lo que
experimentan no tiene nada de naturaleza física, tangible, objetiva.
Y para terminar, no hay nada tan pernicioso para la religión como las invectivas
que en su nombre se dicen mutuamente los seres humanos con toda la intensidad emocional
resultante de, las experiencias religiosas. ¿Por qué él que tiene una
experiencia sea cierta o no, trata de identificarla con sus especulaciones
filosóficas? Hay que ser honesto con
semejantes cosas que ya ni el respeto, sea por algo verdadero o no lo sea, tengan
como religión y en esto me refiero generalmente, a todas las religiones y a
todos lo que la practican.
Al menos traten de vivir en paz
con ustedes mismo
Peter Bustamante