"COMO SALIDO DE UN CUENTO DE HADAS'
Grandes
Historias
Como salido de un cuento de hadas, el castillo de
Neuschwanstein, situado sobre el abrupto cañón del río Pollak, en los Alpes
bávaros, es obra maestra de la fantasía. En medio de oscuros pinos, sus torres
de marfil parecen colgar del aire. Concebido y construido por Luis II
(1845-1886), parece más genuinamente "medieval" que cualquier
edificio de la Edad Media. Este sueño hecho realidad gracias a una riqueza
ilimitada es un delirio de teatralidad.
El sueño de
Luis se remontaba a su infancia. A temprana edad ya le gustaba actuar y
disfrazarse y, según Luis I, su abuelo, a los seis años construía
"prodigiosos edificios" de juguete. La familia veraneaba en el
castillo de Hohenschwangau, que había sido sede ancestral de los señores de Schwangau, a quienes Maximiliano II, padre
de Luis, se lo había comprado en 1833. Con algo de romanticismo, Maximiliano
prefirió encargar los planos de la "restauración" del castillo a un
escenógrafo antes que a un arquitecto.
Yo, Peter
Bustamante pienso que Maximiliano añadió un poco de ironía espinosa a la pasión
del rey para el palacio de la princesa, donde el modelo excéntricamente era una
copia de la bella durmiente de Walt Disney, además era un maestro aficionado a
crear mitos, la muestra es que hizo pintar en los muros escenas fantásticas,
extraídas en particular de la historia de Lohengrin, el caballero—cisne que
quizás ustedes mis queridos lectores han escuchado, hablar del,
"caballero—cisne", fue un ficticio habitante de Hohenschwangau.
No dejan de
sorprender que, con estos estímulos, el tímido, sensible e imaginativo Luis, al
escuchar por primera vez la ópera Lobengrin en 1861, se extasiara al punto de
solicitarle a su padre que Richard Wagner (1813-1883), compositor de la obra,
la repusiera sólo para él. Se iniciaba así una larga relación de amistad y
trabajo conjunto. En 1864, al morir Maximiliano, Luis ascendió al trono de
Baviera a los 18 años. Tras cinco semanas de reinado, mandó llamar a Wagner y
lo instaló en una quinta, en Múnich. Su asociación no sólo era la de un artista
y su mecenas, sino la de dos creadores. Y aunque Luis carecía de talento
musical, ofreció dinero, consejos, crítica e inspiración a cambio de la
realización de sus sueños, que Wagner satisfacía a través de la ópera.
El mismo impulso que lo atrajo a la música de Wagner
alentó su deseo de construir fabulosos palacios para cumplir sus fantasías. El
primero y el más sugestivo de ellos fue Neuschwanstein. En la primavera de
1867, después de visitar el castillo gótico de Wartburg, cerca de Eisenach, en Turingia,
su pasión por lo teatral y romántico le hizo desear uno así. A 1,6 km de Hohenschwagau, sobrevivía
sobre un risco una torre en ruinas. Decidió que esa sería el emplazamiento de Neushwanstein, el "nuevo
hogar del cisne", y el 5 de septiembre de 1869 se colocó la primera piedra
del cuerpo principal, o palas.
Al igual
que su padre, encargó a Cristian Jank, escenógrafo del teatro de la corte, el
diseño del exterior. Éste le presentó fascinantes bocetos de los decorados
producidos por un sinnúmero de pintores y artesanos para las óperas Lobe grin,
Tannbáuser y Parsifal, de Wagner.
Neuschwanstein es, en esencia, el castillo de Lohengrin. Los planos para el
Palas, originalmente proyectado como una fortaleza gótica de tres plantas, se modificaron
hasta volverlo una estructura románica de cinco, lo que Luis juzgó más afín a
la leyenda. La inspiración para el patio surgió del diseño del vestíbulo del
castillo de Amberes en el segundo acto de una producción de Lobe grin.
La sala de Conciertos nació de Tannbäuser. Cuenta la
leyenda que Tannbäuser, poeta germano del siglo XIII, accedió al Venusberg,
mundo subterráneo del amor y belleza, presidido por la diosa Venus. Luis
encomendó a Jank
reproducir en su castillo el cuadro del Tannbäuser montado en la sala de música
de Wartburg. Quiso crear también una espectacular "gruta de Venus",
pero al no hallar el lugar justo, debió contentarse con una modesta versión interior,
aunque dispuesta con cascada y luna artificial Al envejecer el rey, el castillo
de Lohengrin se transformó en el Castillo del Grial de Parsifal, En efecto, Parsifal,
padre de Lohengrin, había sido el caballero de la Mesa Redonda. La escalera de
mármol que conduce a la plataforma vacía, donde jamás hubo un trono. Entre 1883
y 1884, un año después del estreno de Parsifal, última obra de Wagner, en los
muros de la sala de Conciertos fueron pintados episodios de la ópera.
Tramaron una conjura para declararlo loco, dos días
más tarde, su cadáver y el de su médico flotaban sobre las aguas. En una
ocasión le había escrito a Wagner: "Moriremos, pero nuestra obra
resplandecerá en la posteridad"
La perdurable seducción de Neuschwanstein es prueba
elocuente de la verdad de esta predicción.
Queridos lectores yo, Peter Bustamante creo que Luis
era un "Fantasioso rey donde en las cartas a su futura esposa Sofía la
llamaba "Elsa" (personaje femenino central de esa obra), y en
ocasiones vestía como el caballero, disfraz que, a su muerte, fue hallado entre
sus pertenencias.
Espero que esta obra les sea de su agrado.
Peter Bustamante