Monday, December 16, 2013

“CAUSALIDAD” Y ‘KARMA’



“CAUSALIDAD” Y ‘KARMA’

Gottfried Leibniz, filósofo del siglo diecisiete, se empeñó en demostrar cómo puede alcanzarse de varias maneras la armonía del cuerpo y del alma. Sugirió que una de las maneras era la que tenía la mayor probabilidad de relación. Para explicar esta armonía utilizó su famosa alegoría de los dos relojes. Comenzó suponiendo que había dos relojes que marcaban simultáneamente el tiempo en forma correcta. Esto puede obtenerse por medio de una de las tres maneras siguientes: primero, pudiera ser la acción mecánica directa de un reloj sobre otro: uno de los relojes mantendría continuamente al otro, marcando la hora perfecta, ya que estaría sincronizado con éste por medio de un proceso mecánico. Leibniz mantenía que éste es el concepto corriente de la relación del cuerpo y del alma, es decir que el alma influye continuamente sobre el cuerpo y que a veces el cuerpo influye sobre el alma, y de esta manera se establece la relación.

  Esta forma que explico es para que ustedes se den cuenta de uno de los filósofos de la antigüedad analizaban lo que ellos jamás tenían, ni un mínimo grado de conocimiento sobre estas materias. Y continuando, la segunda forma por la cual, según Leibniz, los dos relojes marcarían continuamente la misma hora, sería utilizado los servicios de un consumado relojero, quien regulase los relojes cada minuto, o en otras palabras, que hiciera ajustes continuos para que siempre correspondiera en la medición del tiempo. Este segundo ejemplo es el equivalente a la creencia de que Dios interviene siempre en los asuntos del hombre. Tales personas como les explique anteriormente, imaginan que Dios mantiene constantemente vigilados los cuerpos y alma de los hombres, es decir que ajusta las relaciones. La forma final en que sugiere que los relojes estén sincronizados, es suponiendo que cada uno de ellos haya sido hecho originalmente preciso. Él filósofo quiere dar a entender con esta técnica, que si las almas y los cuerpos humanos llevaran inherentes en sí su finalidad específica, la razón de su existencia, y la tuvieran como meta a alcanzar, no habrían de preocuparse por las metas o finalidades de cada uno, ya que tales finalidades coincidirían naturalmente, siendo la intención del Creador de almas y cuerpo que éstos armonizaran. En este caso, pues, no habría necesidad de que uno influyera sobre la otra, ni razón de un ajuste continúo de horas por horas, es decir, Dios no tendría que intervenir para mantenerlos controlados, Podemos emplear la analogía de un tronco o tiro de caballos. Cada caballo puede tener tapa-ojos y no podrá ver a su compañero, pero podrá ver el objetivo, la dirección hacia donde se dirige y podrá seguirla, y así aunque cada cual luche por alcanzar sus fines individuales, estos fines coincidirán y los caballos marcharán en armonioso conjunto.

  Ahora bien, la filosofía sugiere que uno de estos tres principios tan elocuentemente expresado por Leibniz, es la causa de las vicisitudes de nuestra vida y las probables relaciones del cuerpo y del alma. Sin embargo, podemos arbitrariamente aceptar entre los tres el que nos parezca más probable, o rechazarlos en conjunto. Para mí,  varga la redundancia, las formas más sensata de llegar a una comprensión seria investigando la experiencia humana, los fenómenos naturales y Cósmico. De esta manera, podremos descubrir una ley directriz positiva que explique el porqué de la felicidad, la pena, del éxito y la desgracia. Comencemos con la experiencia humana. Las cosas o condiciones se producen continuamente. Hay algo que es, que no era anteriormente, o que al menos no parecía que fuese. Sin embargo, si pensamos un poco, comprenderemos que una cosa no puede cambiar por sí misma su propia composición. Una cosa que es una substancia sencilla no puede ser esa substancia  y convertirse al mismo tiempo en otra cosa, porque  mientras esté en el proceso de cambio ya dejo de ser lo que era. Sin embargo, la experiencia común demuestra que las cosas parecen cambiar en sí mismas. Estas cosas que dan la apariencia  del cambio, son objetos que no son de una substancia pura, sino que son en realidad de una combinación de diversas partes, en la cual hay una que actúa sobre la naturaleza de la otra y esto explica el cambio aparente.
  En consecuencia, cuando hablamos de causa, nos referimos a un objeto o suceso por medio del cual otro objeto o suceso se produce. Un efecto es un cambio producido por una causa en alguna otra cosa. Así, pues, asumimos que hay una sucesión ordenada en el proceso del cambio. En otras palabras, una causa debe anteceder al cambio o efecto que produce. Es preciso que comprendamos que no puede haber causas individuales: una cosa no puede influir sobre sí misma. Nada puede producirse de sí misma. De ser así, las cosas acabarían pronto por agotarse a sí misma. Si una cosa determinada se hallase en continua generación, con el tiempo no quedaría nada de ella. Además, si una cosa pudiera producirse enteramente de sí misma, entonces sería absolutamente independiente en su naturaleza. No tendría relaciones ni necesidad de relacionarse con ninguna otra cosa. En vez de un Universo homogéneo, tendríamos un Universo heterogéneo. De hecho, no conocemos ninguna cosa realmente independiente en el Universo. Toda experiencia humana implica la unidad. No puede haber cosas enteramente auto generadoras. Así pues, llegamos a la conclusión de que las cosas no salen una de otra, sino una después de la otra, como influencias relacionadas de una sobre otra.

En el tema siguiente le hablaré de la naturaleza de las causas, espero que este tema sepan apreciarlo no lo encontraran en ninguna parte. Les deseo unas felices navidades.

En vos confió.


Peter Bustamante  

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