¿Se ha preguntado usted que es
la consciencia?
¿Qué queremos decir por consciencia?
¿Cuáles son las características o atributos que asociamos con nuestra propia
consciencia? Tal vez un medio negativo nos ayudará mejor a contestar esta
pregunta. ¿Qué es lo que conocemos como estado o condición opuesto a la
consciencia? Por lo general inferimos que es lo que no parece no tener ninguna
verificación o realización de su propia entidad o de cualquier otra realidad.
En consecuencia, creemos que la consciencia nos confiere una realización o un
tener consciencia. Si pensamos más sobre ello, esta realización, este tener
consciencia, es de varias clases. Supongamos que usted retrocede de espaldas
hacia un fósforo encendido, hasta que la llama le toque el cuello. Usted se
apartará con una sensación de dolor. En seguida, imaginemos que se produce un
silbido penetrante y agudo. Podría usted asustarse tanto que taparía sus oídos
con las manos para evitar, en lo posible, el sonido irritante. Estos dos
ejemplos indican de su parte, un tener consciencia de una irritación. Esta
forma de darse cuenta, o sea, una realización de aquello que irrita, no está
limitada a organismos complejos o exclusivamente a seres vivientes altamente desarrollados
como el hombre. Otros seres vivientes altamente aun con organismos de estructuras simples como
las amibas, igualmente demuestran este tener consciencia. Si queremos tocar una
amiba, esta se apartará en la misma forma en que nosotros lo hacemos de un
fósforo encendido.
Así, pues, estamos de acuerdo de que este aspecto
de “tener consciencia” es una forma elemental de consciencia que tienen todas
las cosas vivientes. Es una respuesta de la materia animada a los estímulos del
medio ambiente. Algunas veces es bastante difícil diferenciar entre este tener
consciencia y un fenómeno similar que se observa en la materia inanimada. Por
ejemplo, dos polos se repelen. La emulsión de una película fotográfica está
formada por una gelatina con finísimos granos de compuesto de plata. La luz
actúa sobre esos granos. Por lo menos, los granos parecen responder a la luz.
Tomemos otro ejemplo: si tenemos dos diapasones del mismo número de vibraciones
y golpeamos uno, originamos vibraciones que a su vez, ponen en movimiento el
aire, y las pulsaciones de esté harán que el segundo diapasón vibre en resonancia con el primero. Es decir que el segundo diapasón responde en afinidad a factores que se han
puesto en contacto con él.
Existe un medio para distinguir la capacidad
de repuesta de las cosas inanimadas, de aquellas cosas inanimadas de aquellas
cosas de los organismos vivientes. Las cosas vivientes parecen resentir
cualquier retrogradación de su naturaleza, es decir, parecen oponerse a
cualquier cambio básico de su estructura o constitución. A veces, un organismo viviente
podrá, en un momento dado, asimilar lo que actúa sobre él. Parecerá cooperar
como si respondiera voluntariamente a las condiciones de su ambiente. Otras
veces, no obstante, el organismo tratará de apartarse o retirarse de los
agentes que lo accionan. Repetimos que siempre
tratará de evitar aquellas influencias que cambiarían su naturaleza
básica.
Como seres humanos, nuestro tener consciencia
es mucho más que esa simple respuesta. Es cierto que nosotros, como los
organismos simples, también retrocedemos ante la irritación. A veces también,
cedemos voluntariamente a las influencias de nuestro medio ambiente; en otras
palabras, intencionalmente participamos en ellas. Pero, además, nosotros
percibimos. La percepción es ese aspecto de tener consciencia que localiza las
causas de los agentes o impulso que actúan sobre nosotros. Respondemos a las
influencias, pero además tenemos una realización de los agentes que originan nuestras
respuestas o que están relacionadas con ellas.
La diferencia es, que si una luz fuese
repentinamente encendida en su presencia, tal vez usted se sobresaltaría y quizás gritaría. Esta acción una respuesta
a la irritación, al impulso actuando sobre usted, pero también existiría una
realización de que las cosas que actúan sobre usted están aparte suyo.
Interpretaría la causa quizás como luz, o por lo menos como alguna clase de
realidad. Este modo de darse cuenta, o percepción, no está limitado al hombre;
también lo tienen los animales superiores, como el perro o el caballo. De este
modo la consciencia, como un “darse cuenta”, es al menos de doble aspecto es
decir se expresa por medio de la respuesta y la percepción. Y para terminal yo
les preguntaría. ¿Cuáles son los comunes resultados de la consciencia, que
ordinariamente experimentamos? Ya sea que su consciencia en este momento es
respondiente, es decir , que es una reacción a su ambiente—o si es percepción ,
digamos una realización de factores actuando en y aparte de usted—surgirá, no
obstante , de ese estado de consciencia uno de los dos efectos generales:
consciencia agradable—o desagradable. Dolor
y placer son dos extremos de los efectos. En otras palabras, hay dos
condiciones fundamentales en todas las clases de consciencia: dolor y placer.
Siento mucho que no pueda
ofrecerles temas interesantes para que los disfruten y hagan sus preguntas,
tengo muchos alumnos. Sería un placer.
Algo que quiero que se enteren
es que el ser humano define su estancia como tal no como el famoso amor, más
bien con sufrimiento y amargura.
Traten de vivir en paz con
ustedes mismo.
Peter Bustamante