“LA
VOLUNTAD”
¿Puede
la aplicación del poder de la voluntad ser una barrera para adquisición de un
resultado deseado? Son preguntas que me llegan y mi repuesta es que no existe
absolutamente nada en esta tierra que pueda obstruir bajo ningún concepto el
poder de la voluntad. A través de los años les he enseñado a muchas personas,
el simple sistema que llega—física, emocional, y mental, y
espiritualmente—tan profundo como cada persona lo desee o es capaz de
soportarlo. Ahora una de mis mayores dificultades en enseñarles a ciertos
alumnos es superar su determinación a hacerlo—en
otras palabras, relajar su poder de voluntad. Tal persona rechina sus
dientes y trata de forzar una reacción por medio de un esfuerzo de voluntad.
Ahora no puedo enseñar que ese poder de la voluntad es indeseable; alguien en
la otra esquina de la habitación puede estar en necesidad de precisamente una
suficiente autodisciplina para ayudarle a encontrar el tiempo y la energía para
hacer la práctica diaria necesaria”.
Relajar significa causar que una condición de
tensión se vuelva suelta o qué sede. Hay innumerables cosas que pueden
causar tensión. Primeramente estos son estímulos por medio de los cuales nos
hemos impulsado, a través del látigo de la voluntad, a cumplir
algo. Los músculos, bajo el impulso de los nervios al estar tensos por un
periodo largo, son incapaces de aflojarse inmediatamente o ceder cuando el trabajo
se ha cumplido. Es como un resorte que ha sido comprimido por un largo tiempo
bajo presión. Su elasticidad se pierde y es incapaz de volver completamente a
su estado original cuando la presión es removida. Hay, por supuesto, tensiones psicosomáticas.
No estamos objetivamente conscientes de lo que causa nuestra tensión nerviosa
bajo tales condiciones. Existe un agravante subconsciente como ansiedad
subliminal que causa reacciones emocionales. Estos estados emocionales originan
la tensión. Tales personas no pueden ser prontamente enseñadas a relajarse.
Ellas no conocen las causas de su tensión y no pueden eliminarla sin ayuda para
sus perturbaciones emocionales. Ellas primeramente necesitan la ayuda de un psicólogo
o un psicoanalista para que les haga conocer las causas latentes de sus
problemas.
Cuando ellos puedan de nuevo encarar las
realidades, realizarlas, ajustándolas conscientemente a las circunstancias a
las que ellos pueden subconscientemente haberse opuesto, les aseguro que la tensión
se alivia a un 50% al menos, de allí en adelante a ellos se les puede enseñar a
relajarse. Debe realizarse que la voluntad es un deseo mental. Decimos deseo
mental para distinguirlo del deseo que surge únicamente de los apetitos y de
los instintos. El deseo de la voluntad, como sabemos, puede y a veces se
opone a otros deseos. Podemos por ejemplo, forzarnos a ponernos en huelga de
hambre cuando físicamente nuestros cuerpos ansía alimentos. Podemos de igual
manera, negarnos el sueño a fin de perseguir algún trabajo o placer. Alguien
puede privarse de un apetito sexual debido a ideales morales impuesto por la voluntad.
Por lo tanto, la voluntad puede y a menudo es con todos, un deseo intensamente
positivo, una fuerza motivadora extremadamente estimulante.
La voluntad impulsa la acción de
alguna clase, ya sea mental o física. La acción toma el curso necesario para la
satisfacción del deseo de la voluntad. Por consiguiente, libremente podemos decir
que la fuerza de la voluntad se
coloca en una posición contraria a la del relajamiento. La voluntad es
la concentración de la energía, la tensión necesaria de ciertos músculos a fin
de cumplir un propósito y para terminar. El relajamiento tiene como propósito el alivio, el “aflojamiento” de la tensión.
Uno puede relajarse a través del uso de la concentración intensa como alcanzar el
silencio gritando.
Le he
puesto este tema por la pregunta del estudiante, y al mismo tiempo lo creo
interesante en estos tiempos que vivimos, es algo obviamente que es de mucha necesidad
en estos momentos precarios que estamos viviendo.
Y lo más
importante, no olvide de vivir en paz con ustedes mismo.
Peter
Bustamante