Wednesday, June 13, 2012






¿ERA EL HOMBRE PRIMITIVO MÁS INTUITIVO?

   

   A menudo leemos, o se dice, que el hombre prehistórico y el primitivo tenían ciertas facultades que eran más agudas que las poseídas por el hombre moderno de hoy en día. Ello implica que el hombre de hoy tiene esas facultades innatas, pero que ellas están latentes en él. En particular, se ha hecho la siguiente pregunta: “En vista de que el hombre primitivo desarrolló sus facultades intuitivas a un alto grado y sabemos que ese desarrollo interno jamás se pierde, ¿por qué el hombre moderno carece tanto de esa facultad?”.
   Debe hacerse una distinción entre instinto e intuición, aunque existe indudablemente una relación psicológica entre ellas, a un cierto grado. Los instintos son definitivamente lecciones que han sido aprendidas por un organismo especialmente complejo como es el hombre. Estas lecciones han sido adquiridas a través de un largo proceso de evolución de los seres vivientes. Cuando decimos  “aprender”, esto no puede igualarse a nuestra común interpretación de la palabra. No es eso que ha sido concienzudamente realizado y evaluado en relación al ser, tal como aprenderíamos un idioma, la música  o las matemáticas. El organismo es en su lenta subida y en su confrontación con su medio ambiente estuvo sujeto a condiciones que le favorecían o se le oponían. La continua influencia de estas condiciones  similares quizás durante miles de generaciones, dejo una permanente impresión en los genes. Estas alteraciones y mutaciones fueron transmitidas a la descendencia.
   Las características heredadas se convirtieron en respuestas de conductas. En otras palabras, cuando quiera que fuera que el organismo estuvo sujeto a los mismos estímulos debe haber existido un impulso de estímulos para actuar en respuestas a él. Para usar el común termino vernácula, los genes del organismo han sido programados para funcionar en una cierta forma. Esta innata existencia interior de estímulos es lo que llamamos instintos. Tomó un considerable ejercicio del poder de voluntad resistir la intensidad del estímulo de los instintos. En verdad existen varios instintos que deseamos dirigir pero más ciertamente no suprimir. Por ejemplo la curiosidad, el deseo se saber y averiguar alguna cosa que atrae la atención de una persona o de los animales inferiores a lo que no les he familiar. Si hubiera estado exento de curiosidad, él humanoide probablemente jamás habría avanzado más allá de la etapa Neanderthal. En verdad, ni siquiera habría alcanzado tal estado.
   Existe también el casi irresistible instinto de la preservación del ser. Este instinto o estímulo está profundamente impreso en lo más simple organismos vivientes. Es la supervivencia de la fuerza de la vida en si misma. A través  de las edades y con variadas culturas que ocurrieron, estos instintos han estado sujetos a alguna modificación. Hemos formado también nuevos hábitos los cuales, si son retenidos y perpetuados por muchas generaciones, establecerán, indudablemente, al final, el núcleo para instintos adicionales. Estos instintos no son necesariamente espirituales o divinos, a menos que ustedes atribuyan tal fuente a cada facultad y características humanas. Sumados, generalmente los instintos tienen funciones biológicas muy definidas: Parecería que esos hábitos largamente formados que son “recordados” por los genes están principalmente concernidos con la protección y la supervivencia y el bienestar del organismo. En realidad, puede decirse que la verdadera existencia de un organismo depende de sus instintos. Por lo tanto debe ser obvio que el organismo podría no aprender o adquirir estas necesarias respuestas ambientales en solamente una vida.
   Es muy probable que el más antiguo de los hombres primitivos confiara rápidamente en sus impulsos instintivos que lo que ocurre con el “Homo sapiens”, el hombre racional. En este caso el hombre racional está inclinado a establecer valores intelectuales que son contrarios, en otras palabras, que se oponen a veces a sus instintos, yo Peter Bustamante por experiencia sé que el primer instinto es valedero jamás te engaña. Como un ejemplo, está el asceta que por razones religiosa suprime estímulo e impulso físicos fundamentales y puede hasta practicar la auto mortificación, vale decir el abuso en contra del cuerpo. Además, las convenciones de sociedad, sus códigos morales y éticos, tienden a restringir y sojuzgar los impulsos de los instintos.
   En la mayoría de los textos psicológicos, la intuición es llamada “discernimiento” intelectual. Esto es lo que podríamos definir como una percepción interna, una especie de independencia absoluta de conocimiento; en otras palabras, un influjo dentro de la mente consciente de ideación, una cadena de ideas que no han sido trabajadas por la razón y son súbitamente realizadas.
Queridos lectores y colegas. Este editorial quiero exponérselos de acuerdo a mis conocimientos de esta materia, por lo tanto mañana tendrán el final del articulo, espero lo analicen y si en algún momento no comprenden algunos de mis razonamiento, con mucho gusto sus preguntas serán contestadas.
Traten de vivir en paz consigo mismo.
Peter Bustamante

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