Friday, July 6, 2012





¿Pueden los cazadores matar a los animales?

Hay que admitir que este es un tema de controversia, y es difícil presentar un punto de vista que no sea interpretado por algunos como siendo definitivamente prejuiciado o inclinado a inducir una opinión.

  De acuerdo con los antropólogos, primitivo homínidas –hombre prehistórico- emergió precisamente de una rama de los primates, subsistió principalmente de raíces y plantas y quizás de algunos animales simples. Durante el teorizado avance después de un período de miles de años, se ha especulado en que el hombre se convirtió en cazador. Él y su familia, y eventualmente el grupo de hombre llamado “clan”, fueron cazadores. Ellos seguían los rebaños de antílopes y de una forma de caballos salvajes y también algunas de ahora extinta raza de animales que ellos mataban con lanzas. Los antropólogos llamaron “Neanderthal” a este hombre, después que encontraron el área donde descansaban sus restos fosilizados. Él existió hace de 35 a 100 mil años. Fue el primer cazador conocido que agregó pedernal a las puntas de sus lanzas.

  Puede decirse con alguna seguridad que cazar en aquel tiempo era para conseguir alimentos, principalmente. Alguien descubrió, entonces, que la carne que había tenido algún contacto con el fuego adquiría un sabor más delicioso. Además, el fuego ablandaba las fibras de la carne y la hacía más comestible. Los huesos fosilizados que se han encontrado en las cavernas de estos hombres de la vieja edad de piedra, indican que fueron expuestos al fuego. Indudablemente, los hombres que cazaban también encontraban en ello conmoción y excitación. La caza era una empresa arriesgada con las toscas armas que en aquel entonces estaban a disposición del hombre primitivo. La caza más grande para estos intrépidos cazadores eran bestias enormes, tales como el mamut, un elefante peludo que ya no existe. El hacer frente a tales bestias e intentar derribarlas con un toque de lanza no era solamente un acto de coraje sino también traía consigo un estado intensamente emocional.

 El cazador afortunado, por lo tanto, encontraba gran orgullo y satisfacción en sus logros. No solamente estaba empujado a cazar por necesidad de adquirir alimentos sino también por el sentido de la valentía que había adquirido. Es en este punto, hace miles de años, que la primitiva homínida se convirtió  en deportista además de cazador. Desde entonces el hombre también cazó para probar su habilidad y aguante para incitar a su inteligencia a luchar contra la superioridad física de la vida animal. Era un juego que proporcionaba excitación, especialmente cuando las desigualdades no le favorecían.

  Con el ascenso del hombre, cuando se hizo más consciente del ser y de sus más sutiles sentimientos, surgió una pregunta en las mentes de muchos cazadores. Esta pregunta puede sintetizarse en estas pocas palabras: ¿Tiene derecho el hombre a matar por placer? ¿Es la vida de otras criaturas de tan poca importancia que ellas no puedan servir  para un bien más alto que no sea dar sus vidas para gratificar el ego del hombre? Esta pregunta es especialmente pertinente hoy, cuando el hombre tiene armas tan sofisticadas que las desigualdades están todas a su favor. Además, la mayoría de los animales que caza en ninguna forma se comparan con la ferocidad y el tamaño de lo que encontraba el hombre primitivo.

“PLACERES QUE ESTÁN RELACIONADO EN NUESTROS TIEMPO”

  Designemos algunos de estos placeres que están relacionados en nuestros tiempos con la caza común: existe la compañía, porque muy pocos hombres van a cazar solos; existe la experiencia para caminar a través de los bosques y campos, usualmente en regiones escénicamente  espléndidas. El ejercicio es estimulante, reconfortante y generalmente beneficioso para la salud. Existe, además, la prueba de habilidad, el adecuado manejo de las armas, la puntería, y habilidad para localizar la presa que se busca.

  ¿Son estos placeres imposibles sin la destrucción de vida? ¿Puede el hombre vagar por los bosques y planicie, colinas y campos y disfrutar el escenario y lo vigorizante de la vida al aire libre sin tener que tomar la vida de otra cosa viviente? Cuando se quiere probar la habilidad de uno en la buena puntería, esto puede hacerse en varias formas de blancos y puede igualmente proporcionar prueba de cómo uno puede ser versado. Ciertamente, un hombre no tiene que llevar a su casa un venado, un reno, u otra caza como evidencia de que puede manejar un rifle de alto poder con mira telescópica contra un animal que, por comparación, está en desventaja.

Afortunadamente, en las mayorías de las áreas africanas la caza grande de animales tales como elefantes y leones está siendo protegida de la caza por placer, que en el pasado resultó en la matanza de tales animales, hasta por razones comerciales. Uno puede tener la mayoría de los ingredientes y emoción de la caza grande, al usar precisamente, una cámara fotográfica o de cine.
Disparar con una cámara y exhibir los resultados en formas pictóricas de estos magníficos animales de la jungla, es mayor crédito para la raza humana. De esta última alternativa, puedo hablar por experiencia personal.

 Puede que yo sea un capitulo atrasado de la historia

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