Ciertas
esperanzas, aspiraciones, y creencias perduran a lo largo de los siglos. Su persistencia
frecuentemente podría atribuirse a la constitución mental y física del hombre. Hay
urgencias e inclinaciones dentro del hombre, como ser pensante, que hacen
surgir ideas particulares. Podríamos decir que el hombre no puede escapar de
tener tales nociones. El hecho es que estas ideas no son innatas en la
naturaleza humana, pero sí lo son sus causas. Como consecuencia, estas nociones
le parecen muy naturales al hombre; le parecen auto evidentes El tiempo a
menudo ha dignificado leyendas y tradiciones que el hombre ha llegado a asociar
con sus nociones. Des afortunadamente sin embargo, esta dignidad del tiempo es
a veces desproporcionada con el valor de estas nociones. La mayoría de los
hombres están dispuestos a poner en duda este patrimonio de las creencias
tradicionales. Una de estas creencias añejas, rodeada de misterio y respeto, es
la de la ‘Inmortalidad’.
El origen de la idea de inmortalidad es psicológico.
Procede, en su raigambre, mucho más allá de lo que lo hacen las religiones más
antiguas conocidas que incorporan la idea de la inmortalidad. Comienza con la investigación
que hizo el hombre de su propia naturaleza compleja. La idea de la no
existencia de la muerte tiene su punto
inicial en la reacción emocional acerca de los fenómenos de la vida y de la
muerte. Un estudio de las costumbres primitivas revela dos factores primarios
que han originado que el hombre conciba la inmortalidad para sí mismo. El
primero de estos factores negativo: consiste en el miedo, es decir el miedo a
la muerte. ¿Por qué el hombre teme a la muerte? No toda muerte es violenta. No
siempre es dolorosa u horrible en su apariencia. La muerte no obstante, es
obviamente la cesación o conclusión de los atributos que se asocian con la
vida. Para el hombre es instintivo el deseo de vivir. La vida tiene un deseo
persistente de perpetuar sus funciones. La vida continuamente se esfuerza por
ser la clase o especie de realidad que es. Las más simples mentalidades de las culturas
primitivas fueron capaces, es sus experiencias de asociar ciertos atributos con
la vida humana.
Aparte de las funciones orgánicas obvias,
existe el despliegue de la acción independiente, vale decir que el hombre puede
actuar según su elección o voluntad. El ser humano también tiene la habilidad
de comunicar ideas a otras inteligencias. La muerte, entonces, aparece como
algo misterioso que roba al hombre estos poderes que él preserva. El hombre
muerto es el desamparado. Está más allá de la ira de sus enemigos e igualmente,
más allá de la de la ayuda de sus amigos. Tal experiencia imparte terror en los
corazones de los salvajes, y continúa haciendo lo mismo hoy en día a millones
de hombres y mujeres civilizados. Inculca en esas personas un sentido de
desamparo e insustancialidad. De la experiencia impresionante de la muerte, la
sociedad primitiva concibió un dualismo. La fuerza vital de vida y todas
aquellas funciones asociadas con ella se pensaron que era una entidad separada
del hombre material y físico, al que la vida anima. Por supuesto que múltiples
contrarios u opuestos en naturaleza, como la luz y la obscuridad, la buena y la
mala suerte, sugirieron en la mente primitiva un principio dual en la
naturaleza. El estado de sueño también contribuyó a la idea de dualidad. El
hombre al despertar, decubrió que físicamente, no había viajado lejos como
lo había soñado, o que no había cometido aquellos actos que fueron vividos para
él durante el sueño. No sabiendo nada acerca de los sueños, la mente primitiva
dio cabida a la creencia de que durante el sueño otra parte de si mismo salía para
llevar a cabo aquellas cosas que soñaba. Con el concepto de la dualidad comenzó
la fase positiva de la creencia en la inmortalidad. La dualidad era el germen
para casi todas las ideas religiosas y filosóficas que están ahora asociadas
con la doctrina o la creencia en la inmortalidad.
¿Qué entendemos exactamente por inmortalidad?
¿Cual es la noción popular? Es creer que existe una continuidad de la vida después
de la presente. Generalmente, no se ha pensado que constituya una continuación
de la existencia del cuerpo físico terrenal después de la muerte. La decadencia
y disolución del cuerpo material eran evidentes aun para los pueblos de las
culturas primitivas. Por consiguiente, la supervivencia fue atribuida a las
realidades intangibles del ser. Se pensó que lo que seguía viviendo era el espíritu
o energía que anima el cuerpo. Era razonable creer que lo que parecía entrar al
cuerpo y salir de él, no era destruido con él. El espíritu, por lo tanto, fue
concebido tan indestructible como el aire respirado por el viviente. Así fue
que se supuso que la vida continuaría después de la muerte, es lógico que en
una encarnación es imposible adquirir el conocimiento que un ser humano pueda
adquirir la perfección de todo lo que el universo, quiere que aprendamos, para ser
perfecto cada vez que nace un niño entra el espíritu que continuara su misión en
esta tierra. Y esa misión es no importa los siglos que tenga que transcurrir,
para perfeccionarse.
Espero
sea de su agrado, y alguna enseñanza las comprendan.
Vivan
en paz y armonía con sus semejantes.
Peter
Bustamante