‘LA LLEGADA DEL NACIONALISMO’
LA LLEGADA del nacionalismo, al finalizar la Edad Media,
dio origen a la ciencias moderna. La abstracción, las opiniones y la fe,
quedaron apartadas de conocer todo lo del mundo fenomenal, es decir, del
conocimiento derivado a través de los sentidos. Roger Bacon, más
conocido por el Monge franciscano, aconsejaba a los hombres que olvidaran los
conocimientos tradicionales que no pudieran resistir la prueba empírica.
Examinar la cosa en sí, era la amonestación; extraer de ella sus cualidades perceptibles
y dejar que estas solas queden como conocimiento. Unos cuatrocientos años después,
Sir Francis Bacon, filósofo inglés, que perteneció a la Orden Rosacruz y científico,
exhortó a los hombres a que recurrieran al método inductivo para tener acceso
al conocimiento. Aconsejaba que se comenzara con lo discernible y lo
particular, avanzando de un hecho tal a otro, y deducir finalmente, de esos
hechos, los principios generales. Dos siglos más tarde, Augusto Compte, filósofo
francés, expuso su positivismo. Incitaba a que abandonasen la especulación acerca
de las causas finales y la esencia de las cosas que el hombre puede que jamás conozca;
abogó, en cambio, para que los hombres investigaran los fenómenos perceptibles,
analizaran su naturaleza y aceptaran como único conocimiento aquello que es
revelado como realidad a los sentidos.
Quiero que
comprendan, que en esas doctrinas estuviera escondida la semilla fértil del Materialismo.
Para el hombre la realidad estaría limitada a lo que él pudiera percibir con
sus sentidos receptores. Esos sentidos del hombre eran con frecuencia burlados
y limitados en sus poderes, y, sin embargo, rápidamente admitidos. Y en cuanto a
la ciencia, desafortunadamente se inclinó al principio, a la visión de que las
interpretaciones de las impresiones sensorias eran imágenes de realidad
absoluta, externas a la mente. Más tarde se admitió que las cualidades asociadas
con los objetos perceptibles no eran necesariamente inherentes a ellos. El
color, por ejemplo, no existe como tal en el objeto coloreado. No obstante,
el criterio sobre lo que es conocimiento continuo siendo la experiencia precisa
de un fenómeno. Bajo condiciones controladas, si los hombres percibían del
mismo modo ciertos fenómenos, sin ninguna variante, eso era aceptado como su
naturaleza real o verdadera. Eso constituía el conocimiento positivo o
realidad.
Las masas no se
adhirieron a esa opinión. No estaban preparadas para rechazar creencias
tradicionales, ni muchas de las verdades que se aceptaban como evidentes por sí
mismas. Quiero que se den cuenta, que muchas de estas antiguas creencias del
hombre común estaban al principio más allá de la confirmación o de la impugnación
científicas. La razón de esto era que las técnicas de la ciencia se desarrollaban
en formas relativamente lentas. No obstante, ustedes hoy en día, se darán cuenta
que cuando al pasar del tiempo los métodos, de la ciencia y el materialismo
impusieron su criterio sobre las masas del hombre. En esencia, la prueba era aceptar
como verdad lo que puedas percibir, aquello sobre lo cual tus sentidos
confieren una realidad. Negar la verdad de tal conocimiento era desacreditar
los sentidos. Si ciertas experiencias se aceptaban como realidades demostrables,
entonces todo lo demás experimentado bajo iguales circunstancias debía ser
tenido como verdad. Si por ejemplo, uno fuera a negar lo que la ciencia traía a
su atención visual como teniendo realidad, entonces también tendría que
rechazar como realidades sus experiencias visuales comunes.
Las dificultades
se hicieron aparentes a los hombres, porque no podían descartar sus
experiencias perceptibles sin detrimento de la realidad del propio ser. Como resultado,
en la mayoría de los hombres la verdad se convirtió en conocimiento empírico, preciso.
La abstracción filosófica perdió su estima en relación con los criterios establecidos
por el creciente materialismo. Uno de los fuertes atractivos del materialismo
era la aparente ventaja práctica de sus realidades. Lo que uno podía percibir
objetivamente, es decir, ver o sentir con certeza su realidad, era una experiencia
que, por lo general, podían confirmar otras personas. Hubo una aceptación social
de tales experiencias. Esta aprobación de las mentes humana, de que otra persona tiene similares
experiencias a las nuestras, parecían conceder verdad a las percepciones
individuales, Proveyó unidad e hizo posible la cooperación. Los hombres
aparentemente podían pensar y actual al unísono si existía un lazo de común experiencias
entre ellos. La concepción, la abstracción y aun la lógica, sufrieron un menos
cabo en su prestigio cuando no podían ser comprobadas por los hechos, en otras
palabras, por la realidad de la objetividad.
Quiero que
ustedes, comprendan que el entusiasmo
por este materialismo se debió, principalmente a la extensión del sentido
individual de la propia realidad. Las cosas demostrables, esas que tienen una
cualidad que puede ser percibida, aumentaron en el hombre la realización de su
propia entidad. De esta manera se convirtieron en una propiedad que se agregó a
nuestra naturaleza material y a los placeres de nuestros sentidos. Por otra parte
tenemos el ejemplo, que estas cosas proporcionan una mayor longevidad al
hombre, aligeran sus labores y extienden sus poderes físicos, dándole más orientación
sobre otras ‘cosas’ o realidades independientes de su propio ser.
Y para dar por
terminado este tema, El materialismo, al paso del tiempo, fue más justificado
en la posición tomada por su exitoso rechazo a la superstición, y por suprimir
los temores de las masas. Quiero que comprendan que fueron impugnadas varias
conclusiones de un eminente pensador de
la antigüedad, ‘Aristóteles’ cuyos conceptos fueron terminantes durante
siglos. Otros conceptos se tambalearon ante la violenta envestida del análisis científico
y empírico. La Tierra no es plana, como se pensó que era; la Tierra no es el
centro del universo; el Sol no se mueve a través del cielo de este a oeste; los
locos no son poseídos por los demonios; la creación no empezó en el año 4004 A.C. Solamente espero que esta revelación
sea del agrado de aquellos que les gustan iluminar su intelecto.
En vos confió.
Peter Bustamante