'BAJO LA SOMBRA DEL PAPA'
Cuando,
a finales de octubre de 1512 Miguel Ángel Buonarroti descendió del andamio
donde había pasado tres años de su vida pintando la bóveda de la capilla
Sixtina, su pobre cuerpo estaba roto torcido, su caminar vacilante, su vista estropeada.
Al contrario de todos los artistas del Renacimiento, que tenían la costumbre de
dejarse ayudar por numerosos asistentes, él acababa de ejecutar solo un fresco
de mil metros cuadrados, sobre el cual figuraban más de trecientos personajes
que evocaban las del Génesis según el Antiguo Testamento.
Veinte
años más tarde, terminaría su obra maestra pintando sobre la pared del fondo de
la Sixtina un Juicio Final, gigantesco enmarañado de innumerables figuras
presas de angustia alrededor de Cristo Juez. Es uno de los mayores conjuntos
murales, famoso desde su inicio y, desde entonces, violentamente criticado, y
admirado e inigualado.
Y yo,
Peter Bustamante que conozco la pintura me pregunto?. Si el autor de
esta ambiciosa
Decoración
no era pintor, sino escultor. Miguel Ángel había cedido, a su pesar, al mandato
inapelable del papa Julio II, un ser impulsivo
y autoritario, como él propio lo era. Creo que fue el la causa de perder la
vista en los andamios, alumbrando con velas pienso también que ahí el
arquitecto del Universo le ayudo a obtener el secreto de su deslumbrante éxito.
La pintura, en este principio del siglo XVI, era todavía “toscana” se fundaba en
las perspectiva inventada ochenta años antes en Florencia; procuraba reproducir
la complejidad del ser humano, como lo testimonian los frescos de las paredes literales
de la Sixtina, realizados a finales de siglo XV por Botticelli, el Perugino, Ghirlandaio y
otros ilustres artista. En su inmensa obra, que imita a menudo el relieve
escultural, Miguel Ángel desafía las convenciones estéticas, perturba el orden
establecido propone una iconografía radicalmente nueva. De esta forma se opone
a la estética de Rafael al que consideraba su rival, y que en las salas del
Vaticano, había llevado la tradición del Quattrocento a su
máximo esplendor, sin alterar las reglas de la anatomía y la moralidad
cristiana.
Todos
los que han estudiado pintura, saben que
Miguel Ángel, fue todo lo. Contrario él ignoró el pudor,, desordena la
cronología, modifica el espacio, enmaraña los cuerpos, agitados aquí en postura
que mezclan crudamente, erotismo, éxtasis y desesperación. Construye en la
Sixtina una auténtica arquitectura teológica del cuerpo humano triunfador que
no dejará a nadie indiferente. En el terreno que por derecho le pertenece, la
escultura, nuestro artista había transgredido ya las reglas establecidas en el
siglo precedente, como lo demuestra la silenciosa vehemencia de las figuras que
adornan la capilla de los Médicis en San
Lorenzo.
Yo,
Peter Bustamante sé que muchos de los
lectores se preguntarán ¿por qué pasaría estas cosas en la vida de Miguel Ángel? Les prometo que lo sabrán es un caso muy triste pero fue real,
y en venganza, si alguna vez algunos de ustedes vieron las nueves columnas del Vaticano
de la capilla Sixtina se darán de cuenta.
Vivan
en paz con ustedes mismos
Peter Bustamante