“EL SIGNIFICADO DE LA VIDA”
Si se nos preguntara, ¿Qué es la vida?, la mayoría de nosotros estaríamos duramente abrumados por
la respuesta. Quizás quisiéramos que la
pregunta fuera calificada. Podríamos preguntar si ella se refería al fenómeno de la vida o concernía
con la distinción entre la materia animada y la inanimada. O preguntaríamos.
¿Tiene la pregunta alguna referencia con las propiedades biológicas y fisiológicas?
Otras personas hasta podrían decir: “¿Se refiere usted al aspecto metafísico de
la vida, es decir a sus causas primarias y a sus propósitos fundamentales?”
Ante tal pregunta, ¿Qué es la vida?, entrarían los elementos filosóficos. En otras palabras, ¿Está la
pregunta refiriéndose al uso humano y al valor de la vida?
El primer
acercamiento a esta pregunta es el siguiente: “¿Cómo reconocemos la vida? ¿Por
qué decimos que una cosa está viva y otra no?” La vida se distingue por el fenómeno
de la consciencia. Pero hasta eso es una descripción o término muy general. Es
mejor decir que la vida es la respuesta de una cosa a su existencia, tanto
interna como externamente. Una cosa puede no aparecer respondiendo a sus
alrededores externos y, sin embargo, estar viviendo. Un organismo viviente responde
a su propia naturaleza. Es sensitivo a los requerimientos de su substancia, la
necesidad de ser lo que es. Esta función es consciencia. Es la principal característica
que distingue la vida.
El hombre
primitivo estaba, evidentemente, grandemente impresionado por esta respuesta de
las cosas vivientes a si misma y a sus alrededores. Esto sugirió al hombre
primitivo un intento, un propósito y un acto de voluntad. Esto podría ser
resumido como espíritu o mente. Así, de todas las cosas vivientes o que se asumía
que lo estaban, se pensaba que incluían actos de voluntad, es decir intentos o propósitos.
Esta creencia que el hombre tuvo acerca de las cosas vivientes aplicó a todas
las formas, fueran ellas una hoja, un insecto o el hombre mismo. En vista que las cosas vivientes
fueron concebidas como sintiendo, pensando y actuando, ellas eran consideradas causativas.
Siendo causativas, tenían que ser superiores a esas que no estaban vivas. Una
cosa viviente tenía un poder que ella podía ejercer sobre los objetos
inanimados. El hombre observó que existían muchos fenómenos en la naturaleza que estaban más allá de su
control o dirección. Las acciones de estas cosas eran positivas y eran también poderosas.
El rayo destruía los arboles en la tierra, el sol salía y se escondía, las
mareas subían y bajaban. Para el hombre primitivo todos estos fenómenos parecían
determinativos; en otras palabras, como los hombres ellos parecían estar vivos
y causativos. Esta creencia en que la naturaleza está viva se llama hilozoísmo.
Por lo tanto, la calidad de la fuerza vital, la vida que descendía en las cosas
terrenas se pensaba como divina. Se asumió esto, porque ello participaba de los
atributos causativos, activos, de la naturaleza en sí misma.
Fuerza de vida
Entre la
primitiva gente malaya, se pensaba que el principio vital era ubícuo, que existía
en todas partes. En este principio vital, o vida, estaban las réplicas de cada
individuo. Estas réplicas entraban y animaban un cuerpo. Se creía que un ser pequeño
estaba dentro de la más grande forma humana. En otras palabras, para esta gente
primitiva, la fuerza de vida en sí tenía una forma. Se presumía que cualquier
cosa que estuviera viva tenía dentro de sí una cosa movible, causativa. Además
entre mucha gente primitiva la vida estaba estrechamente conectada con la
sangre. Se pensaba que la vida y la sangre estaban relacionadas. Los antiguos
egipcios decían que la muerte era una falsedad, porque ningún hombre que
vive jamás la ha experimentado personalmente. Lao-tse, antiguo metafísico
chino, dijo que la vida y la muerte eran
como la noche y el día; la fuente de la vida es la muerte. No podía existir principios
separados como la vida en sí, porque la vida es precisamente una reciprocidad,
un intercambio entre dos estados opuesto. Por otra parte, los antiguos hebreos
consideraban a la vida una entidad concreta residente en el cuerpo humano.
Ellos llamaban Nephesh a la vida. Para ellos era algo físico que estaba
dotado de muchos atributos. Esta entidad viva estaba relacionada con la respiración;
sin embargo, no era respiración. Más bien, la respiración era precisamente el
medio para transmitirla.
Punto de Vista
Científico
Durante centurias, uno de los más grandes desafío
y misterio para la ciencia ha sido también el fenómeno de la vida. Los científicos,
por supuesto, tuvieron que exceptuar con cualquiera teoría del sobrenatural
tocante al origen de la vida. También, tuvieron que descartar las nociones metafísicas
y místicas. Ellos tuvieron que conformar a su propósito declarado—investigar a
lo largo de líneas estrictamente empíricas y objetivas. La ciencia fue por
mucho tiempo una de las que afirmó que la vida era el resultado de compuestos químicos
que producían esa reacción que experimentamos como el fenómeno de la vida. Sin
embargo. Un eminente biólogo, dijo: “Por otra parte, debe permitirse que la
vida es una actividad única”. Posteriormente fue admitido por los científicos
que: “La vida es una actividad de organismo que requiere para su descripción conceptos
que transcienden aquellos del mecanismo”. Era el pensamiento que los principios
mecánicos, solo no eran la solución para la vida. Y para terminar quiero que
entiendan que hoy en día, la ciencia tiene y cree que tiene la formula química de
la vida. La llamada DNA. Una simple abreviatura que solamente es una molécula
en la célula humana fertilizada. Se estima que pesa diez trillonésimos de una
onza. Toda la característica transmitida de la vida es introducida dentro de
esta DNA.
Bueno lo
mejor en estos casos es mantener silencio.
Que la paz more
en sus corazones.
Peter
Bustamante