“LA VERDAD Y SUS PRINCIPIOS”
La verdad y la falsedad no se dicen de las cosas,
sino de los pensamientos y, más bien secundariamente, de los enunciados es
verdadero cuando el pensamiento que expresa lo es también. El falso, en caso
contrario. En definitiva. el enunciado es verdadero cuando en él decimos que
las cosas son como en realidad efectivamente son. Lo falso es decir de lo que
es de tal manera, que no es de tal manera, en otras palabras es decir lo que no
es de tal modo. Lo verdadero consiste en decir de lo que así, que es así, y de
lo que no es así, que no es así. Un ejemplo: Si en verdad decir que algo es
blanco, es preciso que sea blanco. Si es verdad decir que no es blanco, es
preciso que no sea blanco. Si es blanco resulta verdadero afirmarlo; y si no lo
es negarlo. Esta definición de verdad, dentro de su aparente trivialidad, está
en el origen no sólo de la escolástica definición de la verdad como adecuación del
pensamiento a la cosa pensada, sino también de la más importante concepción
actual de la verdad.
Aristóteles
formuló dos principios lógicos acerca de la verdad, que desde entonces han sido
continuamente invocados en la tradición filosófica occidental: el principio de contradicción
y el principio de tercio excluso. Un ejemplo: dos enunciados son
contradictorios si el uno es (0 equivale- a) la negación del otro. El principio
de contradicción niega la posibilidad de que un par de enunciados
contradictorio sean ambos (a la vez) verdaderos. Actualmente suele formularse el
principio de contradicción diciendo que, sea cual sea la proposición (A) no es
el caso que (A y no A).La valides del principio de la contradicción jamás ha
sido puesta en duda por ningún lógico, por ningún científico ni por nadie en su
sano juicio, y antes de continuar en los años de estudiante se sufría demasiado
en el solo pensar, que se arrastraban materias que al final del año tenías que
aprobar, o de lo contrario las acumulabas hasta el final de los estudios y en
ese final un conjunto de todas las materias, hoy en día todo es fácil sales
bien si tiene las reglas de cálculos en tu maletín, en caso que te falle la geometría,
la trigonometría, es más simples y volviendo al caso.
Aristóteles
formula el principio de contradicción. Es imposible que el mismo predicado
pertenezca y no pertenezca al mismo sujeto, simultáneamente y en el mismo sentido,
cómo también es imposible, que enunciados contradictorios, sean simultáneamente
verdaderos, es imposible afirmar y negar la misma cosa. Aristóteles consideraba
este principio como el más firme y seguro de todos, pero respecto a su papel
por él desempeñado en la demostración expreso diversas opiniones. En los analíticos
posteriores él afirma que ninguna demostración “presupone el principio de contradicción”.
Y en efecto, en su axiomatización de la silogística, en que culmina la lógica formal
de la “Aristotélica”, el principio no aparece por ningún lado. Sin embargo, señala
que toda demostración se remonta a este principio como a un axioma. Yo, no soy filósofo
pero quizás él estuviera aquí pensando en el papel que jugo, en las
discusiones, las refutaciones y las pruebas indirectas.
El
principio de tercio excluso afirma que todo enunciado ha de ser verdadero o
falso, en otras palabras quiso decir que no hay términos medios, que un tercer término(o
una tercera oportunidad) entre la verdad y la falsedad está excluido, es donde
nace la expresión tercio excluso. En este caso dado que Aristóteles define los
enunciados precisamente como aquellas oraciones que son verdaderas o falsas, es
evidente que tiene que admitir que todo enunciado es verdadero o falso, por definición.
Y para terminar, sin embargo, este principio no ha logrado la adhesión universal.
Así como el principio de contradicción es aceptado en todas las lógicas, sin
embargo el principio del tercio excluso es rechazado por algunas lógicas no clásicas
actuales, tales como las lógicas polivalentes (que reconocen otros valores derivativos
intermedios.
Es posible que este tema no les agrade a muchos.
Pero si les recomiendo que traten de vivir en paz consigo mismos.
Peter Bustamante