Tuesday, November 26, 2013

“III” ‘LAS CREENCIAS ANTIGUAS’



"III' LAS CREENCIAS ANTIGUAS'
EL HECHO indiscutible que sirve de base a todos nuestros estudios de la existencia humana es que el hombre está aquí en la tierra y que su vida consiste en una serie de experiencia, de las cuales frecuentemente se derivan dolor y gozo, tristeza y felicidad, intranquilidad y satisfacción, antagonismo y amor, sufrimiento y paz. El segundo hecho importante que se revela en la experiencia de la vida es que el hombre es dual por lo menos en la manifestación de su existencia. Es un cuerpo físico, mortal, con ideas, ideales, deseos, ambiciones y concepciones humanamente concebidas. Es también un cuerpo emocional o espiritual con un yo o consciencia subjetiva, que demanda el cumplimiento de sus deseos, inspiraciones, tendencias e inclinaciones. Entre estos dos aspectos de la naturaleza humana hay una constante lucha para obtener la supremacía y el dominio. De ahí que el hombre haya dado en considerarse como algo más que un cuerpo meramente físico cual masa material producida por una formula física, y ha llegado a considerarse como algo más que un artefacto mecánico que funciona como un autómata.

  Al mismo tiempo, los sufrimientos y tribulaciones de la carne le hacen comprender que no es un ser espiritual solamente. Al tratar de contestar la pregunta “¿Por qué estamos aquí?”,  el hombre no puede menos que pensar que si pudiera determinar lo que es, sabría también por qué es. Por consiguiente, junto a la investigación humana del propósito de la existencia terrenal, tenemos el deseo de conocer todo lo que se refiere al hombre mismo y a sus relaciones con el universo. La teología siempre ha tratado de explicar lo que el hombre es y por qué fue creado. La ciencia por su parte, comienza sus explicaciones cuando el hombre es ya un ser viviente y pensante; no se ocupa de los aspecto creativos que preceden a la continuación química, biológica y mecánica de su ser. Este aspecto que precede al hombre antes de que se manifieste como entidad, ha quedado siempre a cargo de la teología. Las explicaciones teológicas han sido muy exclusivas y variadas, según los diversos periodos que el hombre ha atravesado en el proceso de la civilización y a la luz del conocimiento que las naciones siempre han poseído en todos los tiempos.

  Puede encontrarse, sin embargo, un punto en que todas las explicaciones  teológicas están de acuerdo respecto a la naturaleza del ser humano. En todos los tiempos y en todas las razas, en todos los grados de cultura, la explicación inspirada o lógicamente elaborada ha afirmado que el hombre es un cuerpo físico, con su correspondiente consciencia física, en la cual reside un Alma o yo Divino, o un segmento de la Consciencia Divina que constituye el yo interior. La dualidad de la existencia humana es, por consiguiente, una idea universalmente aceptada. La ciencia establece un desafío contra esa idea, puesto que no puede aceptar como hecho ciertas o ninguna premisa que caiga más allá de su propio campo. Pero en todas las religiones la idea de un hombre interior o yo interno, es un punto fundamental defendido como algo más que mera teoría o especulación. Si negáramos la existencia de una consciencia o Alma, como entidad distinta he independiente del cuerpo físico, entonces todo el asunto del nacimiento y renacimiento queda reducido a la consideración de las acciones y reacciones químicas, con sus principios puramente físicos. Tal actitud eliminaría la necesidad de considerar el tema de la reencarnación así como el de la inmortalidad de alguna parte del hombre o la existencia de un elemento Divino en el ser humano.

  Pero como no estamos considerando la idea: Materialista y Anti-divina del ser humano, dejaremos a un lado esa clase de especulación, para adoptar la idea más universal que considera al hombre como un cuerpo físico revistiendo un alma o forma de consciencia espiritual. Así pues, mirando al hombre como ser dual, de cuerpo y Alma, no queda más remedio que ir a la teología y a las doctrinas religiosas del pasado y del presente a fin de encontrar alguna luz respecto a la parte inmaterial del hombre. Algunos científicos  nos dicen que debemos consultarlos sobre las explicaciones  que se refieren a la naturaleza química, biológica, patológica y fisiológica de la existencia humana. Debemos igualmente consultar la teología y la ontología al investigar la naturaleza espiritual del hombre. Al estudiar al estudiar todos los temas hemos tenido que enfrentar desde la antigüedad, cuando adorábamos al sol y a todos cuantos dioses nos han puesto en el camino, ha valido la pena porque el que busca siempre encuentra, al menos podemos enfrentarnos a científicos, y ver si tienen razón al limitar tan estrechamente su campo de investigación. Debemos decir, por el momento, que esta división no ha existido siempre. La teología no ha sido en todos los tiempos un estudio independiente de la filosofía de las ciencias. Ni hubo siempre un estudio separado, como lo que hoy en día llamamos las ciencias, ni ha habido siempre una situación que ponga al hombre ante dos escuelas enteramente opuestas, dedicadas a las dos parte de la dualidad humana. Y antes de terminar este segmento quiero que se enteren que la tendencia de la ciencia moderna ha sido dejar en manos de la teología los problemas concernientes a la consciencia infinita o espiritual del hombre, y hemos de aceptar algunas de sus explicaciones sobre la naturaleza humana y sus relaciones con el Universo, sólo podemos presentar aquí un breve resumen, pues son demasiado diversas y contradictorias para rendir beneficio alguno al considerarlas en todos sus menores detalles.

Pero si les hago entender que seguiré con la verdad pues la verdad nos hace libre.
Continuará en el próximo tema.

En vos confió.


Peter Bustamante                          

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