Tuesday, July 17, 2012




‘NUESTRA REACCIÓN A NOSOTROS MISMO’

Nuestra reacción a nosotros mismos y a nuestro medio ambiente es de dos clases básicas: Estas son sentir y pensar. Todos estamos consciente de que las impresionas recibidas por nuestros órganos sensorios producen diferentes sensaciones. Están, por ejemplo, los colores, los sonidos, los olores y los sabores. Sin embargo, estas son verdaderamente sensaciones primarias, pero también producen sensaciones secundarias. Para mayor ejemplo, aquello que vemos o escuchamos puede causar temor, ira o compasión.

  Llamamos emociones a estas sensaciones secundarias. Aún más, decimos que sentimos estas emociones. Sin embargo la palabra sentir no parece ser muy apropiada. Esto es especialmente así si lo comparamos a nuestro sentido del tacto, es decir, sentir. Cuando pensamos ordinariamente en sentir, vienen a la mente cualidades tales como duras, suaves, lisas, ásperas, calientes y frío. Consiguientemente, quizás sería más correcto decir que experimentamos esta o aquella emoción más bien que decir que la sentimos.
  A través de eones  de tiempo, incontables siglos de obscuridad intelectual, el hombre ha sido un ser emocional o que siente. En otras palabras, mucho antes que fuéramos Homo sapiens, es decir seres pensantes y razonadores, lo éramos emocionales. ¿Por qué respondió el homínido, u hombre primitivo, primero a las emociones? ¿Por qué fue él guiado principalmente por ellas? Acerca de la respuesta a esa pregunta, por supuesto que solamente podemos especular. Más probablemente, las emociones son los resultados del impacto del medio ambiente sobre el organismo viviente. Los diferentes contacto del hombre con las fuerzas de la naturaleza y de su medio ambiente, causaron acciones reflejas por su parte. Cada experiencia era para él, hasta cierto grado, dolor o placer. El organismo se ajustó a estos estímulos. Gradualmente, se produjeron sensaciones tales como las emociones.
‘CONSIDEREMOS ALGUNAS DE ESTAS EMOCIONES’
Está el temor, el espanto, la ansiedad, la timidez la reverencia. En realidad, ninguna de estas está separada. Más bien, todas estas emociones son variaciones de la misma, es decir del miedo. La ansiedad, el espanto y la reverencia, son grados menores del miedo. Por consecuencia, algunas de las experiencias del hombre primitivo causaban diferentes sensaciones desagradables a las cuales éste reaccionaba. ¿Cuáles, por ejemplo, son estas reacciones al miedo? Un hombre puede quedarse parado sin moverse y respirar menos. Puede ponerse en cuclillas como para escapar instintivamente a la observación. El corazón puede latir rápida y violentamente. Puede haber palidez en la superficie de la piel debido a la contracción de ciertas arterias de la piel. Pueden funcionar imperfectamente las glándulas salivares causando que se seque la boca.
Todos estos cambios físicos ocurren involuntariamente. ¿Qué propósito es servido por tal emoción como el miedo o ciertas de su variaciones? Es un estado de emergencia. Por medio del miedo el organismo del hombre ha establecido condiciones para encararse a una amenaza. El sistema glandular y ciertos órganos y músculos son estimulados por el miedo para oponerse a un peligro.
‘CORAJE’
  Todos admiramos el coraje y la valentía. Sin embargo, nadie es verdaderamente valiente si antes no ha tenido miedo. El verdadero coraje consiste en dominar al miedo. Consideren lo que significaría una vida sin la emoción del miedo. No habría vacilación por parte del individuo para encararse a cualquier circunstancia amenazadora. El hombre pronto se aniquilaría. No habría precaución, la cual está relacionada con la emoción del miedo. Con razón y experiencia, el hombre puede analizar los particulares a los cuales se enfrenta en la vida. Él puede decidir que algunas condiciones son potencialmente peligrosas y han de evitarse. Pero el hombre primitivo, por cientos de miles de años, no tenia la inteligencia para razonar acerca de sus experiencias. El sólo reaccionaba a sus efectos. Tales acciones reflejas, sus sensaciones, se convirtieron en características hereditarias de sus genes. Estas características fueron entonces transmitidas de generación a generaciones a través de los siglos. Estas sensaciones, estas emociones, se han convertido en una parte innata del ser del hombre.
  ¿Pueden imaginar ustedes la vida sin estas emociones? ¿Sería suficiente la sola inteligencia? ¿Nos satisfaría? Las emociones son lo que les dan valor a la vida. El razonamiento y el juicio ayudan a decidir el valor. Pero en el análisis final el valor se determina en referir a la experiencia en particular a como nos “sentimos” a cerca de ella; en otras palabras, cual es nuestra reacción emocional a la experiencia.
“ÉXTASIS”
  Tomemos por ejemplo la emoción del éxtasis. Es la sensación de un placer supremo o exaltado ¿o podemos llamar al éxtasis un deleite excepcional? Supongamos que la emoción del éxtasis no existiera. No sería posible el placer supremo que podríamos derivar de la música, arte, poesía, o experiencia mística. De hecho, es dudoso nos decidiríamos a elegir algunas cosas en lugar de otras. Puede que ni siquiera tuviéramos una preferencia, pues sin la emoción no reaccionaríamos a una condición de manera diferente a otra.
Queridos lectores este tema es un tema que comparto en dos faces. Mañana tendrán la parte mas interesante se los prometo, si tienen alguna pregunta ustedes tienen mi correo pueden hacerlas.
Y recuerden vivir en paz con ustedes mismo.
Peter Bustamante         

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