“UN JUEGO PELIGROSO”
La
peor fauna que suele surgir en cualquier país en los momentos de grave crisis
es la de los zaheridores. Nos referimos a esos individuos que incapaces de
desatar la violencia ellos mismos, se pasan la vida incitándola y relamiéndose
de gusto cada vez que se produce un conato insurreccional o un atentado
terrorista. Pertenecen también a esta estirpe negativa los que todo lo
censuran, los que ven en todo un avieso propósito o una oculta segunda
intención, los que se muestran escépticos ante toda fórmula de avenencia y
sin embargo no sugieren ninguna que conduzca a tal finalidad y si la sugieren
es, a sabiendas propia, inviable. Tan infecundo es sonreír maliciosamente
cuando alguien propone una receta cordial, como proponer recetas con la
convicción anticipada de que el enfermo no habrá de tolerarlas ni siquiera de
ingerirlas y al solo propósito de aumentar la irritación o la confusión.
Esta fauna
es muy abundante en estos momentos globalmente y a ella se debe en gran parte
que los esfuerzos para una solución conciliadora tengan tan poca fortuna. No es
posible poner de acuerdo a los partidos en torno a una determinada fórmula de paz si no se le hace una atmósfera adecuada para
la opinión pública mundial. Cada vez que se ha intentado ese acuerdo, los
aguafiestas sistemáticos se han encargado de regar las semillas malévolas y las
tachuelas en el camino. Son ellos, en mayor medida que los radicales de la
acción directa, los que más grande obstáculo oponen al desenlace por vías
pacificas de la pugna de los pueblos. En estos casos comprendemos perfectamente
ciertas actitudes extremistas, aunque no la compartamos. Ellas obedecen a la
edad, al temperamento, a la formación y a otras circunstancias que a veces
actúan como imperativos de consciencia. Es natural que la facción que
representa estos representantes rechace
toda invitación al compromiso, segura como está que, más tarde o más temprano,
la violencia por ella propugnada fijará el destino de todos los pueblos.
Lo que no
comprendemos que gente provecta y circunspecta, de ubicación más conservadora
que liberal; gente que incluso posee medios de vida e intereses que se verían
profundamente afectados si se desatase en cualquier país una guerra civil en
forma o si, por cualquier motivo, se entronizase la anarquía, lance saetas
irónicas, a ratos francamente sarcásticas, contra quienes nos afanamos por
evitar que siga derramándose la sangre y lograr que al fin que todos los
lideres se entiendan en el campo político, como se han entendido siempre a
pesar de los pesares. Nada más contradictorio que el espectáculo de ciertos
políticos cortados por el más antiguo patrón que ahora se obstinan en sentar
plazas de “jabalíes” y gritan y gesticulan aparatosamente cada vez que se
huelen una “componenda”, ¿Es que acaso la “componenda” puede asustar tanto a
los que han usado por todas partes del mundo y de todas han sacado provecho? Y
¿que decir de esos apolíticos, de esos profesionales sesudos, de esos burgueses
de vientres dorados de esos ricachos de ínfulas de aristócratas que también se
unen al coro de los agrios, de los reticentes y hasta de los iracundos,
pensando que con esa actitud van a ser perdonados de sus pecados por esa
juventud que amenaza con arrasarlo todo? que el joven sea radical y empecinado
y violento, nos parece la cosa más natural del mundo. Todos hemos tenido veinte
años. Que pretenda serlo el hombre de edad madura que encima tiene algo que
perder, nos parece insensatez o simulación. De simuladores e insensatez está el mundo entero en estos tiempos
difíciles. Si los campos estuviesen bien definidos, si hubiese por un lado los
gubernamentales, por otro lado los opositores rebeldes, seria más hacedero intentar
soluciones, Con cada uno de esos grupos todo el mundo sabe perfectamente a qué
atenerse. Pero hay mucha infiltración, muchas fronteras indecisas, muchos
matices de pensamiento, y sentimiento y de acción.
Este es un
juego muy peligroso. Y un juego del que ya se va cansando muchos países. Si se
insiste en jugarlo, no pienso que queden vencedores ni vencidos. Ya les he
hablado que todo lo que tiene un comienzo, tiene un final y yo me inclino más a
este final que aparece en la foto que tiene este artículo.
Al menos les pido ya que es imposible obtener paz,
traten de vivir en paz con ustedes mismo.
Peter Bustamante