DESGASTE
DEL CUERPO
nadie clasificaría el estudio de las
enfermedades, el desgaste del cuerpo humano y su transición final como estudio
religioso o teológico, aunque entran en juego algunos principios Divino
en estos procesos. Más aun, el estudio detenido y consciente de la doctrina de
la reencarnación pone de manifiesto que no hay nada en sus verdaderos
principios que pueda considerarse en contradicción con los principios religioso
de las religiones reconocidas o más antiguas. En su forma verdadera la reencarnación
no antagoniza a la más alta teología, y tal vez muchos cristianos se sorprendan
si les digo que tampoco está en contradicción ni conflicto con los principios
fundamentales del Cristianismo tal como Jesús lo enseñó. Y antes de continuar
todos los que han leído las Sagradas Escrituras recordaran cuando uno de sus discípulos
les pregunto a Jesús ¿Maestro usted es Elías? Y Jesús le contesto, no Elías
vino lo que pasa es que ustedes no lo reconocieron.
Al continuar veréis que esto es así, y resulta
interesante notar que hoy día en el mundo Occidental son precisamente los cristianos
quienes obtienen la mayor satisfacción al comprender debidamente la doctrina de
la reencarnación.
La razón de
esto resultará evidente a medida que ustedes leáis estos artículos. Sin
embargo, debo repetir que algunas de las nociones populares sobre la reencarnación
y algunas de las fantasías deliberadamente tergiversadas en relación con
ella, no solamente están en contradicción con la teología y doctrinas
cristianas, sino con todas las religiones verdaderas. Una de las críticas más
frecuentes contra la doctrina de la reencarnación, es presentada por aquellos
que solamente han adquirido nociones superficiales sobre ella, y les parece extraño
que Dios tenga un plan por el cual un Alma humana deba adquirir muchas y
variadas experiencia en la tierra. Las personas que expresan este punto de
vista dicen que no comprenden por qué el Alma humana no puede seguir existiendo sin necesidad de reencarnarse
nuevamente en un cuerpo físico en este plano terrenal. Y con esto dan por
terminada la discusión del asunto. Pero este es un razonamiento falaz, y no se
basa en una premisa racional. En realidad la doctrina de la reencarnación no se
basa en la suposición o teoría de que el hombre tenga que encarnar en un cuerpo
físico para acumular experiencia.
La reencarnación
se apoya en el hecho de que el hombre ya está aquí adquiriendo experiencias
terrenales. Puesto que esto dos hechos maravillosos están demostrados por
nuestra actual existencia aquí y, por lo
tanto, están fuera de la especulación caprichosa, debemos comenzar con el hecho de
que el hombre está aquí viviendo en un
cuerpo físico, y debemos entonces limitarnos a considerar la pregunta del por
qué.
Desde la alborada de la civilización cuando el hombre empezaba
a pensar acerca de sus vicisitudes, pruebas y tribulaciones, y ansiaba obtener
un premio o compensación por todo lo que sufría ha venido preguntándose una y
otra vez: “¿Por qué estamos aquí? Ya vamos entrando en materia lo he tenido que
explicar así para que se den de cuenta todo el trayecto de dificultades que hemos
tenido que enfrentar.
La teología
tiene una contestación a esta pregunta, pero se ha ido complicando tanto que ya
no es una contestación breve y directa la que ofrece, sino una serie de afirmaciones que constituyen un
credo; y sabemos que hay muchos credos según el punto de vista o la variedad de
creencias. Por su parte la ciencia también tiene una contestación, pero que no
incluye todos los principios que para el hombre resultan más importantes que
los problemas de biología y cosmología. Tampoco resulta satisfactorio decir que
estamos aquí gracias a un principio Divino
que sólo Dios conoce y resurta incomprensible para el hombre. Nada hay
en toda la historia de la civilización ni en el desarrollo cultural del hombre
que nos indique que algunas de las leyes de la Naturaleza o algunas de
las leyes de Dios están destinadas
a permanecer desconocidas e incomprensible para el hombre.
La naturaleza
interna del hombre parece estar inspiradas con una definitiva sed de
conocimiento acerca de sí mismo y de sus relaciones con el Universo, y
solamente el conocimiento de la verdad puede satisfacerlo. Nuestras modernas
enciclopedias y libros textos están llenos hoy día con amplias explicaciones de
leyes y principios que en otros tiempos se consideraban como conocimientos
secretos de Dios, más allá de la comprensión del hombre con su mente finita.
Las mismas preguntas que en otros tiempos eran condenadas por la Iglesia
y el Estado como heréticas, y les estaban prohibidas al hombre, se discuten
ahora libremente y las instituciones de la Iglesia y el Estado las
contestan con toda precisión. Más aun, las fundaciones religiosas y educativas trabajan hoy activamente
difundiendo conocimiento acerca de las mismas cosas que en otros tiempos las
Iglesias condenaban como materia que al hombre no le concernía como secretos
propios de Dios.
Desde este tema en adelante tendrán
el esquema fidedigno del Por qué estamos aquí.
En Vos confió.
Peter Bustamante