Monday, November 25, 2013

“II. TEMA DEL POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ”


“II. TEMA DEL POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ”


DESGASTE DEL CUERPO nadie clasificaría el estudio de las enfermedades, el desgaste del cuerpo humano y su transición final como estudio religioso o teológico, aunque entran en juego algunos principios Divino en estos procesos. Más aun, el estudio detenido y consciente de la doctrina de la reencarnación pone de manifiesto que no hay nada en sus verdaderos principios que pueda considerarse en contradicción con los principios religioso de las religiones reconocidas o más antiguas. En su forma verdadera la reencarnación no antagoniza a la más alta teología, y tal vez muchos cristianos se sorprendan si les digo que tampoco está en contradicción ni conflicto con los principios fundamentales del Cristianismo tal como Jesús lo enseñó. Y antes de continuar todos los que han leído las Sagradas Escrituras recordaran cuando uno de sus discípulos les pregunto a Jesús ¿Maestro usted es Elías? Y Jesús le contesto, no Elías vino lo que pasa es que ustedes no lo reconocieron.
Al continuar veréis que esto es así, y resulta interesante notar que hoy día en el mundo Occidental son precisamente los cristianos quienes obtienen la mayor satisfacción al comprender debidamente la doctrina de la reencarnación.

  La razón de esto resultará evidente a medida que ustedes leáis estos artículos. Sin embargo, debo repetir que algunas de las nociones populares sobre la reencarnación y algunas de las fantasías deliberadamente tergiversadas en relación con ella, no solamente están en contradicción con la teología y doctrinas cristianas, sino con todas las religiones verdaderas. Una de las críticas más frecuentes contra la doctrina de la reencarnación, es presentada por aquellos que solamente han adquirido nociones superficiales sobre ella, y les parece extraño que Dios tenga un plan por el cual un Alma humana deba adquirir muchas y variadas experiencia en la tierra. Las personas que expresan este punto de vista dicen que no comprenden por qué el Alma humana  no puede seguir existiendo sin necesidad de reencarnarse nuevamente en un cuerpo físico en este plano terrenal. Y con esto dan por terminada la discusión del asunto. Pero este es un razonamiento falaz, y no se basa en una premisa racional. En realidad la doctrina de la reencarnación no se basa en la suposición o teoría de que el hombre tenga que encarnar en un cuerpo físico para acumular experiencia.

  La reencarnación se apoya en el hecho de que el hombre ya está aquí adquiriendo experiencias terrenales. Puesto que esto dos hechos maravillosos están demostrados por nuestra actual  existencia aquí y, por lo tanto, están fuera de la especulación  caprichosa, debemos comenzar con el hecho de que el hombre está aquí  viviendo en un cuerpo físico, y debemos entonces limitarnos a considerar la pregunta del por qué.
Desde la alborada de la civilización cuando el hombre empezaba a pensar acerca de sus vicisitudes, pruebas y tribulaciones, y ansiaba obtener un premio o compensación por todo lo que sufría ha venido preguntándose una y otra vez: “¿Por qué estamos aquí? Ya vamos entrando en materia lo he tenido que explicar así para que se den de cuenta todo el trayecto de dificultades que hemos tenido que enfrentar.

  La teología tiene una contestación a esta pregunta, pero se ha ido complicando tanto que ya no es una contestación breve y directa la que ofrece, sino una  serie de afirmaciones que constituyen un credo; y sabemos que hay muchos credos según el punto de vista o la variedad de creencias. Por su parte la ciencia también tiene una contestación, pero que no incluye todos los principios que para el hombre resultan más importantes que los problemas de biología y cosmología. Tampoco resulta satisfactorio decir que estamos aquí gracias a un principio  Divino que sólo Dios conoce y resurta incomprensible para el hombre. Nada hay en toda la historia de la civilización ni en el desarrollo cultural del hombre que nos indique que algunas de las leyes de la Naturaleza o algunas de las leyes de Dios  están destinadas a permanecer desconocidas e incomprensible para el hombre.

  La naturaleza interna del hombre parece estar inspiradas con una definitiva sed de conocimiento acerca de sí mismo y de sus relaciones con el Universo, y solamente el conocimiento de la verdad puede satisfacerlo. Nuestras modernas enciclopedias y libros textos están llenos hoy día con amplias explicaciones de leyes y principios que en otros tiempos se consideraban como conocimientos secretos de Dios, más allá de la comprensión del hombre con su mente finita. Las mismas preguntas que en otros tiempos eran condenadas por la Iglesia y el Estado como heréticas, y les estaban prohibidas al hombre, se discuten ahora libremente y las instituciones de la Iglesia y el Estado las contestan con toda precisión. Más aun, las fundaciones religiosas y educativas trabajan hoy activamente difundiendo conocimiento acerca de las mismas cosas que en otros tiempos las Iglesias condenaban como materia que al hombre no le concernía como secretos propios de Dios.

Desde este tema en adelante tendrán el esquema fidedigno del Por qué estamos aquí.

En Vos confió.


Peter Bustamante

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