“EL NACIMIENTO MÍSTICO DE
JESÚS”
PRIMERA PARTE
Antes
de relatar el nacimiento de Jesús, tal como consta en la antigua crónica, más
conocida como la confraternidad de los esenios, es conveniente que el lector
tenga informaciones verídicas sobre los siguientes puntos importantes: En la época
del nacimiento de Jesús, la confraternidad de los esenios, como parte de la
Gran Fraternidad Blanca, no solo estaba bien establecida en varios puntos de Egipto
y Palestina, con el gran centro de miembros de egipcios en Alejandría, y sus
vastos distritos de Galilea, sino que la corporación mantenía un gran templo
secreto en Heliópolis de Egipto donde se reunían los oficiales supremos y se celebraban
las ceremonias solemne de la organización.
Las crónicas antiguas llaman a este templo,
el templo de Helios o del Sol. En Jerusalén había otro templo menor para las
ceremonias sagradas de los esenios, situado junto a unas de las puertas de la
ciudad, donde se reunían los altos dignatarios de los esenios con objeto de
practicar sus ceremonias. Quizás sea necesario explicar también en este punto,
que en todos los antiguos templos de la Gran Fraternidad Blanca, incluso los de
los esenios, las hijas solteras de los altos dignatario de la organización servían
a manera de vestales durante ciertos periodos de su vida y estaban bajo la vanguardia
de la corporación. En todas las ramas, comenzando con la más antigua de las épocas
de los cruzados, Rosacruces esparcidas por el mundo entero, incluso la de los Estados
Unidos, hay varias vestales adscriptas a cada templo o Logia, y representan simbólicamente
la consciencia espiritual del Cósmico, estas vestales son siempre hijas de
miembros que pertenecen a la organización desde siglos se las respeta muchísimo
y se les ayuda a que alcancen el mayor grado posible en los principios éticos, culturales
y educacionales del país. Teniendo en cuenta estos puntos voy a referir la que
probablemente es la más antigua y completa historia “Del Nacimiento Divino del
Maestro Jesús” según se conservan en la antigua Crónica De la Antigua Orden de
dicha hermandad en Egipto, India, y Tíbet. Se ha compendiado algún tanto para
no hacer extremadamente voluminoso el gran archivo; pero jamás se ha omitido absolutamente
nada esencial ni se ha alterado ninguna de las importantísima frases místicas.
El siguiente relato es el que con perfecta comprensión
aceptan los místicos de la Gran Fraternidad Blanca, y espero que los místicos
del mundo occidental hallen en él una completa explicación de este magno
misterio místico. En los días de las escuelas místicas y cultos sagrados de la
Gran Fraternidad Blanca en Oriente, era Joaquín el sumo sacerdote del sagrado
templo de Helio, junto a la puerta de Jerusalén. Practicaba muy devotamente los
ritos sagrados, con promesas de consagrar a la obra todo lo suyo. Al llegar la época
en que su mujer Ana quedó encinta, convinieron los esposos en que si nacía niña
y denotaba en su infancia que la había destinado Dios, sería una paloma del sagrado
Templo y una virgen del Santuario. Al noveno mes dio Ana a luz una niña, según
predijeron los astrólogos o magos del templo. Se purifico Ana, crio dándole sus
pechos a la niña y la llamó María, porque al nacer estaba el sol en el signo de
Libra. Al cumplir la niña seis meces la llevaron sus padres al templo para que
los sacerdotes y los magos la examinaran y revelase cuanto había traído de sus
vidas anteriores.
Colocaron a la niña de pies en el santuario
con el rostro al Oriente, mientras su madre estaba sentada sobre un lienzo
blanco junto al fuego sagrado. Le dijeron a la niña que anduviera, y los
sacerdotes observaron que dio siete pasos y postró se de rodillas ante su madre
en el Sanctum. Los magos entonaron un cántico, y la madre del suelo a la niña y
exclamo mirando al cielo: “Vive el Señor mi Dios, que no caminarás sobre la
tierra hasta que yo te dedique al Templo del Señor”. Y los sacerdotes se
gozaron en el cumplimiento de la profecía, según la cual el sumo sacerdote Joaquín
debía dar al templo una virgen. La madre cumplió su promesa, pues construyó en
su casa un santuario y extendió en el suelo una tela procedente del templo de
Helios para que la niña María no pusiera los pies en la tierra hasta su entrega
al templo.
Este
relato continuará mañana sin faltas, es de suma importancia que esta historia
sea conocida. Solamente les pido muy poca cosa y es por su bienestar. manténganse
unidos en familia y sobre todo vivan en paz con ustedes mismo.
Peter
Bustamante