RELAJARSE SIGNIFICA “aflojar” una
condición de tensión. Primeramente, hay estímulos por medio de los cuales, a través
de los impulsos de la voluntad, nos impelen a tratar de lograr algo. Los
músculos, bajo los impulsos de los nervios
tensados por un período largo, no pueden aflojarse inmediatamente cuando el
trabajo ha sido realizado. Es como cuando un resorte se comprime bajo presión por
largo tiempo; pierde su elasticidad y no puede volver completamente a su estado
anterior, cuando cesa la presión. Por supuesto hay tensiones que son
psicosomáticas. Bajo tales condiciones, no estamos conscientes objetivamente de
lo que causa nuestra tensión nerviosa. En este caso hay una agravación
subconsciente, como una ansiedad subliminar, que provoca reacciones
emocionales. Estos estados emocionales son los que originan la tensión. Las
personas que lo experimentan no pueden aprender rápidamente a relajarse, porque
no saben qué es lo que ocasiona sus tensiones y no pueden eliminarlas sin que
sean ayudadas en sus desórdenes emocionales. Necesitan primeramente ser
asistida por un psicólogo o un psicoanalista que les haga conocer las causas
latentes en su problema.
Como dije anteriormente en otro escrito, no es necesario acudir a un
psiquiatra y comenzar a ingerir medicamentos, con esto no quiero decir que
estoy en contra del psiquiatra ni del medicamento, pero si hay casos que no es
necesario el medicamento, un buen psicoanalista debe hacerle comprender que la
voluntad es un deseo “mental”. Lo llamamos así para distinguirlo de los deseos
que nacen solamente de los apetitos y de los instintos. Como sabemos, el deseo
voluntario puede oponerse a otros deseos. Por ejemplo, podemos forzarnos a
llevar una huelga de hambre, cuando físicamente nuestro cuerpo está hambriento.
También podemos dejar de dormir para efectuar un trabajo o dedicarnos a un
pasatiempo. Uno puede negarse un placer sexual debido a que los ideales morales
dan fuerza a nuestra voluntad. Por lo tanto, la voluntad puede ser para todos
un deseo positivo muy intenso, una fuerza motivadora extremadamente
estimulante. La voluntad exige acción de
alguna clase, ya sea física o mental. La acción toma el curso necesario para
satisfacer el deseo de la voluntad. En consecuencia, podemos decir libremente
que la fuerza de voluntad está en una posición contraria a la relajación. La
voluntad es la concentración de energía, la atención necesaria de ciertos
músculos para realizar un propósito. La relajación tiene como finalidad
tranquilizar, “aflojar” la tensión. Uno jamás puede relajarse disponiéndose a hacerlo
por medio del uso de una concentración intensa.
Existe una contra-actividad, que sin embargo, puede ayudar en algunas
ocasiones a la relajación. Supongamos que alguien es obligado a dedicarse a una
actividad mental ardua durante varias horas al día. Quizás es un contador
público o un estudiante universitario preparándose para rendir un examen.
Durante horas, ha estado
concentrado, enfocando su atención en las páginas de un libro de texto, o
hileras de números de un libro mayor. Tal persona puede encontrar relajación por
medio de un cambio a un ejercicio físico vigoroso. Correr, nadar, o andar en bicicleta,
puede proporcionarle alivio. También está gastando energía mediante este ejercicio
físico empleando los músculos, pero es una nueva canalización de la energía;
así relaja la tensión existente. Tan pronto como siente que ésta cede, puede
abandonar su actividad física. El breve periodo de ejercicio, no habrá sido suficiente
para ocasionar ninguna otra tensión y así puede descansar y recobrarse
inmediatamente.
Sin embargo existe una tensión habitual causada por una inquietud
inherente, que también tiene una base psicológica. Una persona muy concienzuda
puede tener una experiencia. Tal persona es reacia a dejar a un lado su trabajo
o deberes; cree que el entretenimiento y la recreación son una “pérdida de
tiempo”, pues ha adquirido el hábito
de emplear la voluntad para esforzarse a sí mismo. Cuando no está trabajando,
la consciencia y la voluntad les impulsan hacer algo. En consecuencia, aun
cuando traten de participar en algún cambio de actividad, esta víctima no puede
hacerlo completamente. El hábito le impulsa a mantener su mente encadenada a su
trabajo. En cierto sentido, la persona no es feliz hasta que vuelve a él, pero
siempre se siente molesta por la tensión con la que trabaja constantemente.
Esta inquietud, este impulso incesante a trabajar, los remordimientos de
consciencia cuando deja de hacerlo, usualmente tienen un origen psicológico. El
individuo puede tener un complejo de culpabilidad inconsciente. Inconscientemente,
puede creer que ha descuidado hacer algo de importancia y se siente avergonzado
por ello. Por lo tanto, ahora está tratando conscientemente de compensar por
aquella falta, por medio de su consciente dedicación excesiva al trabajo. Lo
que descuidó y que le ocasiona la vergüenza, puede no tener relación con su presente
empleo. Y créanlo de hecho estas personas ni siquiera puede comprender que no
existe ninguna relación entre alguna experiencia olvidada del pasado y su
presente inquietud y hay miles de estas clases de casos.
Hace años que me preguntaron si existen diferentes métodos para
relajarse. Claro que existen muchas formas de hacerlo casi tantas como hay
individuos. En otras palabras, cada uno de nosotros encuentra usualmente algún método
que parece relajarnos. Sin embargo, no siempre podemos tener éxito con un método
o sistema que es eficiente para otros. Las causas de nuestra tensión son a
menudo muy diferentes de la de los demás. Podemos aprender cómo compensar por
las circunstancias particulares que originan nuestra tensión; sin embargo, la
misma compensación probablemente no podría ser aplicable en otra persona. Yo
puedo hacerles algunas sugerencias sencillas, que si no benefician generalmente
a todos debido a las razones expuestas arriba, han sido muy útiles a muchas personas.(1)Primeramente,
la ropa no debe estar demasiado apretada; debe aflojarse particularmente
alrededor del cuello y la garganta. (2) Parece afuera o ante una ventana
abierta: inhale profundamente y mantenga la respiración tanto como le sea
posible, sin que le cause molestias; luego exhale lentamente. (3) Continúe haciéndolo así por algunos minutos.
Esto llevará a sus pulmones la polaridad positiva de la fuerza vital, cargará
las células sanguíneas, revitalizará la sangre y disminuirá la tensión nerviosa.
(4) En seguida siéntese en una silla cómoda en la semioscuridad y quietud de un
cuarto, Evite las luces brillantes; es aquí en donde muchas personas fallan. La
luz es un estímulo y origina sensaciones visuales que evitan la relajación. El
ruido es también un estímulo que interfiere con el relajamiento. (5) Quítese la
ropa o zapato apretados, para permitir que la sangre circule fácilmente por
todas las partes del cuerpo. (6) Junte el pulgar, el índice y el dedo medio de
la mano derecha, luego presione con ellos el hueco que se encuentra en la base del
cráneo, en la parte de atrás del cuello. Esta es la región “occipital” del
cerebro. Mientras así los dedos, firme pero suavemente, tome una respiración profunda
y manténgala tanto como le sea posible, luego exhale lentamente; haga esto
varias veces y así ocasionará una descarga del exceso de energía psíquica, la
cual irá luego a través de los nervios radiales de las puntas de los dedos, y
desde allí será transmitida a la región occipital. Entonces, la energía es
transmitida también a los nervios del sistema nervioso espinal y así les
aseguro disminuirá la tensión.
No me agrada dar estos consejos pero
traten, antes de tomar cualquier pastilla.
Espero que algo bueno puedan sacar de
este artículo.
Peter Bustamante
Un estupendo articulo... Muy interesante, como describes esa lucha interna que llevamos cada uno en nuestro interior entre lo que aprendimos y nos estresa y lo que deberiamos hacer para relajarnos. Yo he trabajado la relajación por pura necesidad y la verdad es que consigo desconectarne bastante bien... si no fuera asi mi presion arterial ya me hubiera pasado su factura.
ReplyDeleteUn gusto leerte.
Reme ( Siloe)
Gracias mi amor.
ReplyDeletePor tus palabras alentadoras,hay momentos que me pregunto si vale la pena seguir
en estos tiempos que ni las personas leen.
Pero al menos me queda el aquel de pensar que de ua
forma ayudo.
Besos.
Peter Bustamane