¿TIENE SEXO EL ALMA?
Quiero contestar una pregunta de un lector que
aparentemente tiene sentido en su forma de pensar, para que no queden dudas del
titulo de este artículo. Para comenzar esa persona que no diré su nombre, él
pregunta que una persona le declaró tener un alma femenina en su cuerpo de hombre y
pregunta si esto puede ser posible.
Estimado lector para comenzar no vamos a
cavar dentro de las teorías médicas y psiquiátricas acerca de la causa del “transexual”
.Se ha teorizado que tal cosa se debe al mal funcionamiento de ciertas
glándulas endocrinas. Lo que nos concierne aquí es si el alma tiene sexo o no. Debe existir un organismo
antes de que pueda existir la distinción que llamamos sexo. Debemos ir hacia
atrás a una consideración básica; es decir, ¿qué pensamos que es el alma?,
por lo menos desde mi punto de vista y estudios jamás pensamos del alma como substantiva, es decir, una clase de
substancia independiente. Más bien, pensamos de ella como una emanación de la
esencia del alma universal, que de acuerdo con las doctrinas de la encarnación,
transporta una impresión de la personalidad. Para hacer esto más comprensivo,
podemos usar la analogía de la onda transportadora que es transmitida por una estación de radio.
Esta onda transportadora consiste en ondas de radio de alta frecuencia que son insulsos
sobreimpuestos del sonido original. Realmente, el sonido no se manifiesta hasta
que estos impulsos eléctricos de la voz original o de la música han sido
transformados por el receptor de radio, de nuevo en ondas sonoras. Podemos
ahora comparar la onda transportadora a la fuerza de alma universal,
y los impulsos eléctricos que ella transporta, podemos compararlos con la personalidad.
El receptor de radio, en esta analogía,
podemos compararlo con el cuerpo físico, que es infundido con la fuerza
del alma. La consciencia de nuestra mente, entonces, se hace consciente de la
existencia del alma y del ser. La manera en que esta consciencia se realiza así
misma y se expresa así misma externamente es la personalidad, de esta encarnación.
Sin embargo, la personalidad de esta encarnación es a un grado influida por la
herencia de la personalidad, de una previa encarnación. La mente objetiva, el
poder del ambiente sobre ella, y la herencia genética de nuestros padres, ordinariamente
tienen una más fuerte influencia en lo que será la presente personalidad que
cualquier efecto de una pasad encarnación. Es solamente cuando el individuo
está en un estado llamado de más alta consciencia—es decir, cuando en meditación,
entrando dentro del subconsciente y entonándose
con el ser psíquico—que la influencia de las pasadas encarnaciones se hace más
dominante.
Por lo tanto, la fuerza del alma en la vida
venidera, y el curso del alma universal dentro de la cual es absorbida después de
la transición, no tiene una cualidad sexual. En verdad, no tiene ninguna
de las cualidades o atributos que comúnmente asociamos con nuestro ser físico.
Si podemos ofrecer una nueva analogía, en vista que tenemos una debilidad ahora
por ciertos alimentos, no quiere decir que ese apetito es necesariamente una
influencia encarnada. Estas cosas son físicas y emocionalmente causadas y tales
estados no tienen relación con la vida pasada. Además, no existen pruebas ni
evidencia definidas de que en cada encarnación debemos tomar un sexo
diferente al de una vida anterior para
tener tal experiencia. Hay, por supuesto, doctrinas que relacionan esto, pero
los exponentes de estas doctrinas jamás pueden establecer ningún fundamento
para su hipótesis. En verdad, de acuerdo con la rencarnación existen lecciones
que debemos aprender por los medios de evolucionar nuestra consciencia más
alta para ir más allá de lo que pueda haber sido en el pasado. No posemos echar
a un lado las fallas en el funcionamiento y los desórdenes que puedan ocurrir como resultado
de nuestro organismo físico o estados emocionales atribuyendo tales
condiciones e inclinaciones a una previa
encarnación. No hay tal cosa realmente, como un alma masculina o un alma
femenina. Existe solamente esa consciencia que se manifiesta a través del organismo
que ha sido provisto para ella. Es, precisamente, tan erróneo atribuir sexo al
alma como si ella estuviera asociada a una raza. No hay almas negras, blancas,
amarillas, marrones o rojas. También no existen almas “malas” o “buenas”.
Estas cosas querido lector son desequilibrios y aberraciones mentales más bien
efectos en el cuerpo en el que está habitando el alma.
Antes de terminar este artículo que considero una basta
respuesta a su pregunta, quiero que recuerde esta última analogía que le ofrezco.
Ponga una grabación magnetofónica de un concierto de violín por un músico
maestro en una maquina de reproducción que está mecánicamente imperfecta. Los resultados,
entonces, son una distorsionada reproducción de la música. La falta yace,
entonces, no con la grabación original, que era perfecta, sino con el aparato
que la reproduce—y así mismo es con el cuerpo humano en relación al perfecto
estado del alma.
Creo haberlo
sacado de su duda, puede darse cuenta que
el problema no esta en la ropa, sino en el que la usa.
Atte. Peter
Bustamante.
Y traten de
vivir en paz con ustedes mismo.
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