UNA BÚSQUEDA DE LA BELLEZA
“El tema de la belleza”. En mi
concepto de la belleza, y la búsqueda de la belleza, es un tema que no tiene
ninguna gran importancia filosófica. Ni está necesariamente relacionado con el
estudio del misticismo, excepto indirectamente. Frecuentemente, varios autores
han dicho que la belleza está en los ojos del que la ve. David Hume la ha
puesto en la forma de una pregunta, y cito: “¿Es la belleza bella, o es
solamente la mente de aquel que mira que la hace parecerlo?” Esta conclusión de
parte de muchos es apoyada por el hecho que diferentes personas encontrarán
belleza en diferentes cosas. A menudo lo que una persona considerará ser
excepcionalmente bello dejará a otra
completamente sin inmutarse. Están aquellos que encuentran belleza solamente en
lo familiar o conocido,
mientras que otros la encontrarán también
en objetos o presentaciones que no tienen su contraparte en la realidad. Esto
es particularmente cierto en el mundo del arte visual donde encontramos una controversia
continua entre aquellos que gozan solamente el arte representativo y otros que
prefieren la forma del arte más abstracto. Por supuesto, el arte y la belleza
no son necesariamente sinónimos.
Muchos artistas no hacen ningún esfuerzo para expresar belleza en sus esfuerzos
creativos. Y contrariamente, mucho de lo que es bello puede encontrarse fuera
del reino del arte humano. Comúnmente pensamos en término de belleza como siendo en
forma visual, es decir lo que vemos. Sin embargo, también hablamos de una composición
musical, o combinación de palabras, ya sea en poesía o en prosa, como siendo
algo bello. Existen muchos pasajes en la literatura que pueden traer lágrimas a
los ojos de un lector sensitivo debido a la belleza pura en que las palabras
son usadas para expresar una idea. Y, por supuesto están las muchas bellezas
que pueden ser encontradas en la naturaleza. Están aquellos que tratan de
igualar la belleza con la bondad o
colocar un valor espiritual sobre ella. Pero no deberían colocarse valores
morales o juicios sobre la belleza o sobre el concepto de cualquier persona de
lo que es bello. La belleza simplemente
es, y realmente existe solamente en la mente de aquel que la considera
bella. El concepto del hombre de que algún objeto o atributo es bello va muy
lejos en el tiempo. Algunos de los más antiguos escritos egipcios conocidos
contienen un símbolo jeroglífico del adjetivo “bello”. Yendo aun más lejos, se
han encontrado en cuevas en Francia y España muchas pinturas que datan
de por lo menos quince a veinte mil años. Muchas de estas pinturas son
extremadamente bellas aun para los estándares
de hoy día.
Y hace mucho más tiempo, se ha encontrado evidencia que el hombre Neanderthal,
el llamado hombre de las cavernas, era conocedor de la belleza en la
naturaleza. De los hombres cavernícolas de Neanderthal se creía que eran
brutos, poco cultos, de quijadas enormes, no muy por encima de los animales.
Sabemos que ellos vivieron en grupos familiares, que hicieron armas y herramientas,
que comprendieron el uso del fuego, y que enterraron sus muertos. En las tumbas,
ellos muchas veces enterraban implementos, armas y artículos de alimentos
con el cuerpo del fallecido. Pero lo que es más sorprendente y pertinente
para nuestra discusión, es que en la tumba de un hombre enterrado hace
alrededor de sesenta mil años se encontró un ramillete de por lo menos ocho diferentes variedades de
flores. Que alguien haya salido, recogido flores y cuidadosamente colocarla en
la tumba puede únicamente indicar una
sola cosa. Esa persona tenia una consciencia y aprecio de la belleza. He ofrecido
estos ejemplos para demostrar que una consciencia de la belleza es parte de la
herencia del hombre.
Muy temprano en la vida, poco después de que un niño comienza a hablar,
la mayoría de los padres empezarán a presentarles conceptos de la belleza. El niño
aprende el significado de la palabra “bonito”, a medida de que su círculo
ambientar se ensancha, pronto comienza a
aplicar esta palabra, por su propia iniciativa, a aquellas cosas que debido al
color o algún otro atributo, causan una sensación
de placer mental. Quizás no me lo crean, pero es muy placentero y satisfactorio
observar a un niño pequeño a quien se la ha mostrado algo nuevo para su
experiencia y mirarle la cara y ver cómo sus ojos se agrandan y una sonrisa aparece,
y luego oír la exclamación: “¡Oh, es bonito!” De tales tempranas experiencias como niño, el
hombre forma la impresión de la belleza.
Existe una cualidad o tal vez una fuerza, en algo que encontramos bello,
ya sea una obra de arte, una pieza musical o las maravillas de la naturaleza,
que tiene un efecto beneficioso sobre nuestros cuerpos y nuestras mentes. Estoy
seguro que cada uno de ustedes, alguna u otra vez, ha experimentado ese
sentimiento de contentamiento y de paz interna que se produce cuando han visto
u oído algo que pensó que era bello. Pero que seamos creadores de la belleza o
meramente observadores de ella no es realmente importante. Lo que es importante
es que hagamos la búsqueda de la belleza una parte de nuestro modo de vida. No
es suficiente vivir vidas activas productivas. Aun los animales pueden hacer
eso a veces más eficientemente de lo que nosotros podemos. El hombre, tal vez
la única criatura en el mundo para hacerlo, tiene la capacidad de apreciar la
belleza. Descuidar esta capacidad es privarnos de uno del más maravilloso
aspecto de vivir. Cualquiera que sea
nuestro concepto de lo que comprende la belleza, deberíamos buscarla,
absorberla y dejar que se vuelva una parte nuestra. Al exponernos a la belleza,
la reflejaremos en nuestras vidas, y con el tiempo nosotros también podemos
volvernos bellos. La belleza está en los ojos del que la mira, por lo tanto no vallamos
caminando por la vida con los ojos cerrados.
Mis queridos lectores, espero que
este artículo les sea de un inmenso amor de saber cuidar lo muchos atributos
que nos han otorgado cuidémoslo, para que al menos que el arquitecto del
universo comprenda que siempre hemos vividos en armonía con los dones que nos
ha otorgado.
Y así podrá vivir en paz con ustedes
mismos.
Peter Bustamante
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