Sunday, July 22, 2012






“EL MÉDICO QUE PASÓ POR ESA EXPERIENCIA”


“Hace treinta años, un joven doctor se sentó  junto a la cama de una niñita que yacía en su lecho  gravemente enferma. Los padres desesperadamente pedían ayuda, pues cuanto tratamiento se le daba fracasaba. La niña murió y la aflicción de los padres fue tan grande que casi les causo la muerte. Yo conocí al medico que paso por esa experiencia”. Esta experiencia hiso nacer en mi  mente el deseo de saber por qué la gente nace y por qué la naturaleza permite que haya una diferencia tan grande entre los miembros de la raza humana. La sed de conocimientos me llevo a estudiar tanto más de lo que yo podía, visite miles de lugares que podían dar cierta luz y me  imagino que el también habrá buscado por su profesión, en laboratorios bibliotecas en busca de la repuesta--pero todavía yo lo recuerdo y sigo buscando no como profesional como él estoy  buscando y empeñado en saber. Estas son las palabras mis palabras porque lo conocí él era un médico notable. Sin saberlo ha hablado por millones de hombre y mujeres que hoy en día abrigan los mismos pensamientos.

   Esta desigualdad entre los hombres salta a la vista en la mayoría de nosotros. Algunos están radiantes de salud desde que nacen, y parecen inmunes a las enfermedades. Otros están agobiados por numerosas dolencias que les privan no sólo del goce de vivir sino hasta del más pequeño bienestar. También hay hombres y mujeres cuyos planes se convierten todos en afortunadas empresas. Cada actividad que emprenden se convierte en una excelente oportunidad-como si poseyeran el don mágico del fabuloso Rey Midas. En torno a ellos, sin embargo, vive y lucha una multitud  de seres desgraciados. ¿Qué hace a un hombre más afortunado que otros? ¿Es las instrucciones recibidas en cierto ramo? ¡Usted sabe que no es eso! De un joven que sólo ha aprendido a comprar y a vender no se puede hacer buen hombre de negocios. No se puede hacer un buen médico de un hombre o mujer a quien sólo se le han enseñado los principios incluido en los limitados años de un colegio de medicina. Parece que existiera algún elemento desconocido que algunos poseen o han descubierto.

  En su juventud temía usted  a cosas que más tarde reconoció como sanas y realmente útiles. En los días en que desarrollaba la observación se  encontraba usted confundido por los elementos  desconocido de la vida. Le parecía que había más elementos desconocido que conocidos. Es siempre lo desconocido, en las actividades diarias, los que nos preocupa, nos inquieta, nos deja perplejos y aun nos causa sufrimientos. Desde su juventud se ha familiarizado usted bien con cosas que una vez les fueron desconocidas. Hoy en día las conoce bien usted: puede verlas, sentirlas, prepararse para ellas; es un poder que nadie puede quitarle a usted. Pero aún ahora, ¿está usted enteramente preparado para hacer frente a todos los obstáculos de la vida, echarlos a un lado o vencerlos fácilmente? Si no puede hacerlo, comience ahora a investigar más sobre los elementos aún desconocidos de su existencia—los misterios que causan las desigualdades entre los hombres.

   El verdadero conocimiento en el hombre, acerca del hombre, es hoy en día el poder más grande que hombre alguno pueda conocer.
“EL CAMINO DE LA VIDA”
 Vamos a comenzar con la existencia según la conocemos. La vida es un camino en el cual nos encontramos como viajeros. Tras de nosotros se haya nuestro inmediato principio- el nacimiento. Es una vasta eternidad. Ante nosotros se encuentra aun otra vasta eternidad-la muerte. Es un misterio que infunde miedo o se acepta con comprensión, dependiendo de la experiencia que tengamos en el curso de la vida. No pedimos tener esta vida, y, sin embargo, no hubiéramos podido rehusarla. ¿Cómo entonces, reaccionaremos a ella-que debemos hacer con este periodo de consciencia que los años nos conceden? Muchos hombres y mujeres se resignan a las influencias de su medio ambiente. Ellos se dejan arrastrar o impulsar por este camino de la vida. Son como bolas de nieve rodando a gran velocidad por la ladera de una montaña. En cierto momento se encuentran libre en campo abierto, encontrando poco o ningún obstáculo, y están impasibles. En otros momentos tropiezan con acontecimientos y sucesos no previstos y no saben cómo evitar estas condiciones o cómo sobreponerse a ellas. Así viajan por años, preguntándose a sí mismos si las vicisitudes de la vida. Las amarguras y los tormentos valen la pena, o si tienen importancia los ocasionales placeres  y ratos de paz mental.

¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?
Seguramente cuando ha tornado usted atrás su mirada sobre las actividades  pasadas y al mismo tiempo ha contemplado su futuro, se ha preguntado:” ¿Es esta vida de percances mí destino? ¿Por qué estamos aquí?” También hay madres que al contemplar al bebé en sus brazos se han preguntado:” ¿Qué le deparará a él esta vida?”
 
  ¿No es tiempo ya que la humanidad cese de arrojarse en lo desconocido, en este camino de la vida, esperando asirse de las faldas de la oportunidad pasajera? ¿No sería la vida totalmente distinta para usted si pudiera reprimir sus caprichos? Si pudiera formarse hábitos deseables y destruir los que no lo son, si pudiera en los hechos que le ocurren cuáles serán los rumbos que tomará el mañana, ¿no estaría usted más seguro y confiado en la fortaleza de tal conocimiento?

Si desean saber mas sobre este tema tómese un simple minuto, y dígamelo así sabré si les interesa. Mañana continuará o de lo contrario es como echar agua en una cesta vaciá.

Solo me queda que decirles vivan en paz consigo mismo.

Peter Bustamante       

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