“EL MÉDICO QUE PASÓ POR ESA EXPERIENCIA”
“Hace treinta
años, un joven doctor se sentó
junto a la cama de una niñita que yacía en su lecho gravemente enferma. Los padres
desesperadamente pedían ayuda, pues cuanto tratamiento se le daba fracasaba. La
niña murió y la aflicción de los padres fue tan grande que casi les causo la
muerte. Yo conocí al medico que paso por esa experiencia”. Esta experiencia
hiso nacer en mi mente el deseo de saber
por qué la gente nace y por qué la naturaleza permite que haya una diferencia
tan grande entre los miembros de la raza humana. La sed de conocimientos me
llevo a estudiar tanto más de lo que yo podía, visite miles de lugares que
podían dar cierta luz y me imagino que
el también habrá buscado por su profesión, en laboratorios bibliotecas en busca
de la repuesta--pero todavía yo lo recuerdo y sigo buscando no como profesional
como él estoy buscando y empeñado en
saber. Estas son las palabras mis palabras porque lo conocí él era un médico
notable. Sin saberlo ha hablado por millones de hombre y mujeres que hoy en día
abrigan los mismos pensamientos.
Esta desigualdad entre los hombres salta a
la vista en la mayoría de nosotros. Algunos están radiantes de salud desde que
nacen, y parecen inmunes a las enfermedades. Otros están agobiados por
numerosas dolencias que les privan no sólo del goce de vivir sino hasta del más
pequeño bienestar. También hay hombres y mujeres cuyos planes se convierten
todos en afortunadas empresas. Cada actividad que emprenden se convierte en una
excelente oportunidad-como si poseyeran el don mágico del fabuloso Rey Midas.
En torno a ellos, sin embargo, vive y lucha una multitud de seres desgraciados. ¿Qué hace a un hombre
más afortunado que otros? ¿Es las instrucciones recibidas en cierto ramo? ¡Usted
sabe que no es eso! De un joven que sólo ha aprendido a comprar y a vender no
se puede hacer buen hombre de negocios. No se puede hacer un buen médico de un
hombre o mujer a quien sólo se le han enseñado los principios incluido en los
limitados años de un colegio de medicina. Parece que existiera algún elemento
desconocido que algunos poseen o han descubierto.
En su juventud temía usted a cosas que más tarde reconoció como sanas y
realmente útiles. En los días en que desarrollaba la observación se encontraba usted confundido por los
elementos desconocido de la vida. Le
parecía que había más elementos desconocido que conocidos. Es siempre lo
desconocido, en las actividades diarias, los que nos preocupa, nos inquieta,
nos deja perplejos y aun nos causa sufrimientos. Desde su juventud se ha
familiarizado usted bien con cosas que una vez les fueron desconocidas. Hoy en
día las conoce bien usted: puede verlas, sentirlas, prepararse para ellas; es
un poder que nadie puede quitarle a usted. Pero aún ahora, ¿está usted
enteramente preparado para hacer frente a todos los obstáculos de la vida,
echarlos a un lado o vencerlos fácilmente? Si no puede hacerlo, comience ahora
a investigar más sobre los elementos aún desconocidos de su existencia—los
misterios que causan las desigualdades entre los hombres.
El verdadero conocimiento en el hombre,
acerca del hombre, es hoy en día el poder más grande que hombre alguno pueda
conocer.
“EL CAMINO DE LA VIDA”
Vamos a comenzar con la existencia según la
conocemos. La vida es un camino en el cual nos encontramos como viajeros. Tras
de nosotros se haya nuestro inmediato principio- el nacimiento. Es una vasta
eternidad. Ante nosotros se encuentra aun otra vasta eternidad-la muerte. Es un
misterio que infunde miedo o se acepta con comprensión, dependiendo de la
experiencia que tengamos en el curso de la vida. No pedimos tener esta vida, y,
sin embargo, no hubiéramos podido rehusarla. ¿Cómo entonces, reaccionaremos a
ella-que debemos hacer con este periodo de consciencia que los años nos
conceden? Muchos hombres y mujeres se resignan a las influencias de su medio
ambiente. Ellos se dejan arrastrar o impulsar por este camino de la vida. Son
como bolas de nieve rodando a gran velocidad por la ladera de una montaña. En
cierto momento se encuentran libre en campo abierto, encontrando poco o ningún
obstáculo, y están impasibles. En otros momentos tropiezan con acontecimientos
y sucesos no previstos y no saben cómo evitar estas condiciones o cómo
sobreponerse a ellas. Así viajan por años, preguntándose a sí mismos si las
vicisitudes de la vida. Las amarguras y los tormentos valen la pena, o si
tienen importancia los ocasionales placeres
y ratos de paz mental.
¿POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ?
Seguramente
cuando ha tornado usted atrás su mirada sobre las actividades pasadas y al mismo tiempo ha contemplado su
futuro, se ha preguntado:” ¿Es esta vida de percances mí destino? ¿Por qué estamos
aquí?” También hay madres que al contemplar al bebé en sus brazos se han
preguntado:” ¿Qué le deparará a él esta vida?”
¿No es tiempo ya que la humanidad cese de arrojarse
en lo desconocido, en este camino de la vida, esperando asirse de las faldas de
la oportunidad pasajera? ¿No sería la vida totalmente distinta para usted si
pudiera reprimir sus caprichos? Si pudiera formarse hábitos deseables y
destruir los que no lo son, si pudiera en los hechos que le ocurren cuáles serán
los rumbos que tomará el mañana, ¿no estaría usted más seguro y confiado en la
fortaleza de tal conocimiento?
Si desean saber
mas sobre este tema tómese un simple minuto, y dígamelo así sabré si les
interesa. Mañana continuará o de lo contrario es como echar agua en una cesta vaciá.
Solo me queda
que decirles vivan en paz consigo mismo.
Peter Bustamante
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