“LAS REGLAS O
PRINCIPIOS DEL SABER”
EL conocimiento sensible que nos proporciona la percepción
y la experiencia no es sino un primer paso en el proceso cognitivo que culmina
en el saber. Por eso el percibir y el aprender son placenteros, porque conducen
al saber, que es nuestra meta en este orden de cosas. Todos los humanos desean
por naturaleza saber. Ahora bien, le mencionaré como un ejemplo de la ciencia a
los Egipcios. La invención de las primeras técnicas, diseñadas para satisfacer
las necesidades elementales o para proporcional placer, representó un gran
progreso para la humanidad. Más tarde, cuando hubo más ocio y cultura,
surgieron los saberes desinteresados, las ciencias. Una vez constituidas
todas esas técnicas, fueron luego descubiertas las ciencias que no se ordenan
al placer ni a lo necesario, y en primer lugar allí donde primero dispusieron
de tiempo libre los hombres. Por eso las matemáticas nacieron en Egipto,
pues allí disfrutaba de ocio la casta sacerdotal.
El saber
productivo es el saber hacer, producir o fabricar según reglas o principios, y
se identifica con la técnica. Por ejemplo la retórica, la dialéctica, la
medicina, la arquitectura o la zapatería son técnicas, al menos en la medida en
que se ajusten a reglas explicadas y no sean meras rutinas empíricas. El saber práctico
es el saber actual, en saber comportarse del modo óptimo o adecuado. A
diferencia del saber técnico o productivo, que siempre conduce a la producción
de una obra u objeto externo, la acción sobre la que versa el saber práctico no
produce objeto alguno, sino que es su propio fin. En realidad no se trata de
producir algo bueno, sino de actuar bien. Por ejemplo, la racionalidad y la política
son saberes prácticos. El saber contemplativo, finalmente, no responde al interés
por la producción ni por la acción, sino que es completamente desinteresado y
se identifica con la ciencia. Ejemplo: Sí contemplamos el cielo y
tratamos de saber la verdad sobre los astros como algo satisfactorio y deseable
por sí mismo, como fin, y no como medio o como ayuda para la fabricación o la
conducta.
Ningún saber es
innato. Al saber llegamos por el aprendizaje o por la articulación conceptual
de la experiencia, es decir, pensando. Esa es la razón que también existen tres
tipos de pensamientos discursivos (diánoia) que conducen a los tres
tipos de saber mencionados. Todo pensamiento es práctico o productivo o
contemplativo. El mejor conocimiento de los objetos singulares nos lo proporcionan
las percepciones. El saber, por el contrario, siempre lo es de lo universal,
nunca de lo singular, ni siquiera en el caso de la técnica. Ninguna técnica
mira a lo individual, como la medicina que es remedio para Sókrates o para
Kalías, sino a lo que es remedio para todos los de tal clases…, pues
esto es lo propio de la técnica, ya que lo particular es indefinido y no es
objeto de saber. El saber además, es siempre explicativo, capaz de dar cuenta
de sí mismo, aduciendo las causas pertinentes.
A veces caracteriza Aristóteles el
saber contemplativo o científico como aquel que versa sobre lo que no puede ser
de otra manera…Lo que es objeto de ciencia es necesario. Luego es eterno, ya
que todo lo que es absolutamente necesario. En contraposición a la ciencia, el
saber productivo (o técnica) y el saber práctico versan sobre lo contingente,
lo que puede ser de varias maneras, dependiendo, entre otros factores, de
nuestra propia intervención. Entre las cosas que pueden ser de otra manera están
lo que es objeto de producción y lo que es objeto de acción, pues la producción
y la acción son distintas…, de modo que también la disposición de actual
conforme a reglas es diferente a la de disposición a producir conforme a
reglas. Puesto que la arquitectura es una técnica y es precisamente una cierta disposición
a producir según reglas, ni ninguna disposición de esta clase que no sea una técnica,
serán lo mismo la técnica y la disposición a producir según reglas exactas.
Toda técnica versa sobre el descubrimiento de algo, y el practicar una técnica
consiste en considerar cómo hacer surgir una de las cosas que pueden existir o
no existir y cuyo origen está en el que la produce y no en las cosas producidas.
Y tomando en conclusión, la caracterización del saber contemplativo o científico
en función de los objetos necesarios y eterno, tengo la sensación que tal
parece que en este caso que excluyen a la física o ciencia natural, que
trata precisamente de los objetos mutables. Pero de hecho Aristóteles
aparentemente no la excluye ni mucho menos, a pesar que eran tiempos difíciles,
por eso en muchas ocasiones él pone la diferencia no entre objetos inmutables
cuya mutación se origina con independencia de la intervención humana y que
constituyen el objeto de la ciencia natural. Y para terminar en los objetos del
saber productivos el origen del cambio simplemente está en el productor, no en
el producto, además el origen mirándolo desde un punto de vista la física versa
sobre las cosas que tienen en sí misma. Yo al menos no la veo como un saber
practico ni mucho menos como algo productivo, más bien contemplativo.
Sé que a muchos no le agradan estos
temas, pero lo comprendo y al mismo tiempo no les pido que lo lean.
En vos confió.
Peter Bustamante