Saturday, December 14, 2013

‘LA MUERTE O LA LEY DEL CAMBIO’




‘LA MUERTE O LA LEY DEL CAMBIO’
EL  antiguo filósofo Epicuro preguntó: “¿Por qué debe el hombre preocuparse tanto por la muerte y temerla? Pues de ese modo presume que conoce la naturaleza de la muerte, o las circunstancia que rodea la transición de la vida a la muerte”. Ya que el hombre no sabe de estas cosas, no debe temer a la muerte, ni vivir con el temor de ella. No debe de tratar anticipar lo desconocido. Cuando al fin lo desconocido nos llega, entonces se vuelve conocido y aquello que es conocido no debe ser temido. ¿Por qué temen a la muerte la mayoría de los hombres? ¿No es acaso porque les desagrada renunciar a los placeres, alegrías, fama y posición que han adquirido durante la vida? Si temen renunciar a estas cosas, si temen que la muerte los despoje de estos placeres, deben también comprender que la muerte también les eliminará el dolor, las preocupaciones, el desconsuelo y la lucha, porque si suprime una experiencia en la vida también suprimirá las otras.

  Supongamos que la muerte sea como la acción de cruzar el umbral de la puerta para dirigirse al cuarto contiguo. Cuando la habitación en que nos encontramos se haya demasiado concurrida y ya no sirve a nuestros propósitos, y la puerta se abre pudiendo ver a través del portal otro cuarto, ¿por qué debemos titubear en servirnos de él, sobre todo si nos ofrece oportunidades que el cuarto presente no nos ofrece? El alma del hombre es parte del Alma Universal, de la inteligencia de Dios que fluye como una fuerza espiritual a través de todos los hombres por igual. Nos permitimos usar una analogía que hemos empleado con frecuencia: la fuerza del alma es como una corriente que fluye a través de un circuito de bombillas eléctricas. Esta hace que cada bombilla del circuito manifieste luz y calor, cada una diferentemente quizás, más la esencia de todas las bombillas, es decir, la corriente, en la misma. La fuerza del hombre interno posee, o más bien digamos que engendra, ciertos atributos de los cuales el principal es conocido con el nombre  de cuerpo psíquico.

  La inteligencia Cósmica o fuerza del alma, no está confinada a una sola área, sección u órgano del cuerpo, como pensaron  alguna vez muchos filósofos. Al contrario, se difunde por cada célula de la matriz de células de que está compuesto el organismo humano. Cada célula tiene sus deberes y funciones, que contribuyen a la finalidad total para la cual existe el cuerpo humano. Así, pues, como las células en su substancia protoplásmica componen la forma física, por ejemplo el corazón, en otras palabras, el corazón psíquico.

  A la hora de la muerte, ¿Qué pasa con el cuerpo físico? El alma, desde luego, es atraída hacia el  Alma Universal de la cual nunca estuvo separada. Por analogía nos preguntamos, ¿qué ocurre con la corriente eléctrica cuando se apaga la luz o se desconecta el ventilador? La corriente sigue existiendo, lista para manifestarse nuevamente en cuanto la conexión material sea restablecida. El cuerpo psíquico y el yo del ser humano es solamente absorbido por el Alma Universal. No se pierde. Más bien se armoniza con todas las personalidades y los cuerpos psíquicos que integran  el Alma Cósmica única. Otra vez nos hacemos una pregunta para demostrar mejor nuestro punto: ¿qué ocurre con los colores rojo, verde y azul cuando no hay un medio, tal como un prisma, para difundir la luz blanca? Las ondas luminosas de esos colores están todas  combinadas en conjunto, para lograr esa armonía de todos los colores que componen la luz blanca. Lo mismo ocurre con los cuerpos psíquicos  y sus personalidades en el Alma Universal.

  A punto de exhalar el último suspiro, en el momento de la transición, el cuerpo psíquico se proyecta, es decir parece que se extendiera a varios pies más allá del cuerpo físico. No es que este liberado aún. Sigue atado al cuerpo físico por el cordón de plata (término místico tradicional, empleado para definir la esencia del cuerpo psíquico que permanece atada al cuerpo físico viviente). La esencia mayor del cuerpo psíquico en tal momento puede ser sentida, o mejor dicho percibida, ya sea en forma de nube o vapor. A veces tiene la forma de un ovalo de uno de cuyos extremos parece que descendiera el cordón de plata como una especie de expirar de vapor. La punta más pequeña de la espiral aparece como si penetrara en el centro del plexo solar. Con la transición, pues, termina en este plano la consciencia de sí mismo, o consciencia de cualquier irritación. De acuerdo a nuestras creencias, refiriéndome en este caso al que subscribe, nosotros los Rosacruz, la cremación, o incineración, es el modo ideal de disponer del cuerpo. Los elementos físicos de los cuales el cuerpo está compuesto no constituyen al hombre, como tampoco lo constituyen una figura de cera. Es nuestro deber, por lo tanto ayudarlos a regresar a su fuente, o estado original tan pronto como sea posible, y la cremación logra este fin. La prolongada preservación del cuerpo por elaborados métodos de embalsamiento, es una costumbre nacida de ese sentimiento que sigue asociado la personalidad y el yo con la cascara física, o es el resultado de interpretaciones religiosas. Son sólo aquellos elementos intangibles, aquellas condiciones y características que componen el ego y la personalidad, las que constituyen el usted. Y para terminar una vez que esta se ha ido, es mejor liberal los elementos físicos del cuerpo lo más pronto posible y con la mayor discreción posible. Y decoro.

La próxima enseñanza  que publicaré es en relación del .KARMA.

En vos Confió.


Peter Bustamante

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