“LA HERENCIA DEL MIEDO”
ALGUNOS psicoanalistas aseguran que el miedo es una cualidad
heredada, especialmente cuando el complejo del miedo está fuertemente
desarrollado y no es de índole sutil o subconsciente. No discutiré este punto, porque puede ser verdad que cierto grado de miedo haya sido heredado por
sustos o situaciones temibles experimentadas por la madre durante el periodo
prenatal, o por una herencia de cobardía procedente de alguno de los
progenitores; pero ya sea heredado o adquirido, el miedo es una emoción que
puede dominarse y por la cual no hay excusas, y mucho menos la de que sea el resultado de alguna experiencia de nuestros
progenitores.
El miedo es
la antítesis completa de la valentía. Nos impide ser lo que deberíamos ser; nos
roba nuestra divina herencia, que es mucho mayor de cualquiera herencia de
nuestros padres terrenales. En primer lugar, el individuo común, en su falta de
conocimiento y su negativa voluntaria a investigar y estudiar los principios más
fundamentales de nuestra existencia, no comprende que el miedo a una cosa la anima,
la fortalece y la eleva hasta convertirla en un amo que nos flagela y nos
mantiene en posición humilde e inactiva.
Desde el
momento que permitimos que nuestra consciencia forme una impresión comprensiva
de alguna cosa, debido al miedo que tenemos a ella, creamos una cosa como una
realidad para nosotros, aunque antes no tenía existencia. Cuando damos crédito o
consideración a nuestro temor de algo, inmediatamente atamos nuestros piés y
nuestras manos con las cadenas que esa cosa terrible ha creado fingidamente por
nuestra imaginación, o debido a las creencias supersticiosas de la época. He
visto personas cuando yo hacía un viaje de recreo por el caribe en perfecto
estado de salud y para ser más claro es un trompetista que trabajó conmigo en varias ocasiones, no diré su nombre
por ser mi amigo, al subir al barco e inmediatamente recuerdo que éramos cuatro
él nos decía que estaba un poco con
dolor de cabeza, se introducía en su camarote, se cambiaba de ropa y se
acostaba, y era que tenía miedo al mar y sentía mareos, y por lo regular he
escuchado muchas personas les pasa los mismo. Y eso no es todo las he visto
horas más tarde padeciendo todos los desagrados del mareo y las he oído contar
los efectos desagradable del movimiento del barco cuando, en realidad, el barco
todavía estaba anclado con toda seguridad, inmóvil junto al muelle sin haberse
movido ni un centímetro de donde había estado por varios días antes de salir.
He visto personas
que suben a un aeroplano completamente convencido que desde el momento que
entran a él sentirían mareos, y la influencia de este miedo se ha manifestado
antes de que hubiera alguna causa física para ello. Sed, pues valerosos y
aseguraos de que vuestra vacilación, vuestro sumo cuidado, vuestras dudas y
retardos al investigar, no se deban al miedo, para que no se conviertan en la
cadena que os sujeten a un sitio falso en la vida, y permitid que sólo la
imagen luminosa del éxito y la felicidad
pase ante vosotros como un desfile glorioso en el horizonte, mientras os encontréis
por fuerza en una falsa posición y tengáis que presenciar tan solo el
maravilloso desfile. Sería, por supuesto, imposible explicar con lujos de
detalles todos estos casos en la brevedad de este artículo la verdadera
substancia de todos los casos psicológicos, me tomaría mucho tiempo y jamás sabría
si en realidad he podido ayudar a muchas personas que padecen de diferentes males,
que están en la gama de la psicología, y por supuesto respetando la psiquiatría,
yo siempre he dicho que entre estas dos materias existe un abismo muy profundo,
que este servidor jamás aprobaría.
Simplemente sin ningún prejuicio porque sé que en
muchos casos no es necesario acudir a los diferentes fármacos que en lugar de corregir el malestar, se quedan peores. eso es todo.
Peter Bustamante
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