“EL
PROBLEMA DEL CAMBIO SEGÚN ARISTOLELES”
La
diferencia de la teología y la matemática, la ciencia de la naturaleza trata
del cambio, o, mejor dicho, de las cosas que cambian, de acuerdo a su filosofía;
“no hay cambio fuera de las cosas. Pero, ¿hay realmente cosas que cambian? Para
nosotros y para Aristóteles es evidente que las hay. Basta con abrir los ojos y
mirar: cuanto vemos está sometido al cambio, empezando por nosotros mismos, que
nacemos, crecemos, viajamos, aprendemos, enfermamos, sanamos, envejecemos, y
morimos. También la luna cambia, y el Sol (aunque no sea más que de posición en
el firmamento), y los pájaros y las plantas y los barcos…Todo esto es tan
trivial y evidente, que no vale la pena en mis formas de ver ni siquiera
mencionarlos. Sin embargo, la situación intelectual en la Grecia Clásica, más
que situación era un dilema y una gran tragedia, y digo esto no por haber
vivido esa época sino más bien por tener que estudiar las literaturas en mis
tiempos de estudiantes. Primero no era compactible nuestro intelecto por
completo en esa época. Allí se había negado toda la posibilidad de nuestro intelecto,
dé cambio con poderosos argumentos, y afirmar la realidad del cambio no
implicaba solamente señalar una obviedad, sino también ensalzarse en grandes polémicas.
Como un ejemplo; Parménides había pretendido demostrar de modo definitivo que
el cambio es imposible. Y si a través de nuestro sentido vemos que las cosas
cambian vemos que cambian, tanto peor
para nuestros sentidos. (Descalificados como engañosos) y tanto peor para las
cosas cambiantes, descalificadas como meras ilusiones.
A la verdad sólo se llega a todo por el
razonamiento, y éste concluye que no existe cambio ninguno en el mundo.
Ejemplo: El temible dialéctico (Zenon) se había encargado de abrumar a cuantos
le escuchaban con argumentos que reducían
al absurdo la hipótesis de que algo pueda cambiar y moverse. La realidad sería,
pues inmutable. Aristóteles, pensador de gran sentido común, no podía aceptar
esas conclusiones. Pero no le bastaba con rechazarla, tenía además que
demostrar los razonamientos en que se basaba. Y es lo que él hizo, valiéndose
para ello de un análisis de ciertas estructuras lingüística de la lengua
griega, que están implícitas en nuestro discurso sobre el cambio, y la que por
dignidad no somos explícitamente conscientes, porque sabemos conscientemente,
que pueden ser usadas fácilmente para actual como trampas, en las que caemos
sin darnos cuentas. Es lo que había ocurrido a (Parménides y Zenon).
Aristóteles se propuso explicitar esas estructuras
implícitamente presentes en el lenguaje y señalar y subrayar una serie de
distinciones o puntos de vistas (a lo que él llamó principios—Arkbai--) que
deben ser tenidos siempre en cuenta al hablar sobre el cambio, para así evitar
las trampas que el propio lenguaje nos tiende y que en otros pensadores afloran
en formas de conclusiones absurdas, contrarias al sentido común y a la percepción
sensible.
Conclusiones de nuestra filosofía, apartándonos
de esta hecatombe filosófica que hemos podido estudiar de la antigua Grecia. Vamos
a dar un breve relato de ciertos pasajes filosóficos; Ejemplo: En todo cambio
hay algo que cambia y algo que permanece. Lo que permanece en el cambio, lo que
sufre el cambio, es el sustrato. Si yo me traslado de un sitio a otro, lo que
cambia es el sitio en que estoy, pero yo permanezco; yo soy el sustrato de ese cambio.
Cuando el árbol florece en primavera, lo que permanece es el árbol; él árbol es
el sustrato de ese cambio.
Bueno
es posible que me dé a entender con mucho gusto les daría más información al
respecto, es agradable aprender con mucho gusto lo hago, lo único que pasa es
que estoy ajeno a lo que ustedes les agrada.
Les
prometo que les enseñaré lo que es el cambio. Les deseo un buen fin de semana y
traten de vivir en paz con ustedes mismo.
Peter
Bustamante
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