Saturday, July 7, 2012






¿ES EL AMOR INNATO O ADQUIRIDO?

 Sr. Agustín Hernández.
 Usted  me envía  un correo usando a una señorita o señora y me pide que le escriba un tema sobre una confusión que usted tiene, en realidad no sé si es usted o la  dicha. Señorita sobre si ‘debemos amar a otros como nos amamos a nosotros mismo’ o debemos amar a nuestros vecinos ‘Y me pregunta que si se puede tener, o existir ¿un sentimiento de amor  realmente forzado? No parece que uno trate o conscientemente se esfuerce por amar a otro, sino más parece que el amor es una de esas cosas qué o esta allí o no está. ¿Podría señor Bustamante comentarme si le es posible por medio de un escrito sobre este dilema? Sr. Agustín, a pesar de que usted no se me ha identificado correctamente con tantas personas incluyéndolo a usted, sin ni siquiera saber  para quien es en realidad , creó que es un insulto a la ética, que  ni siquiera usted use un nombre especifico usando al menos el protocolo de introducción como ética profesional por parte suya. Con mucho gusto distinguido lector o lectora le dedicaré este escrito para que no sea usted victima y convertir en una enfermedad, lo que parece ser un dilema para ustedes.

SE PIENSA DE ORDINARIO EN EL AMOR

  En el amor se piensa de ordinario en el amor en el sentido poético, como si fuera un don especial. Existe una variedad de expresiones del amor, algunas de las cuales no son consideradas por lo general como tales. Es posiblemente apropiado primero hacer un breve análisis de la naturaleza del amor. El amor es el deseo de aquello que satisfará algún atributo de la naturaleza humana. Más sucintamente, es la atracción para alguna clase de satisfacción de algún aspecto del ser. Uno puede amar la comida o cierta clase de comida. Usted tiene el deseo por tal cosa y lo atrae porque sabe que calmará el apetito y el impulso que él tiene. Existe también el amor sexual, el deseo de satisfacer ese apetito biológico y natural. Existen también los llamados amores o deseo estéticos y espirituales. Uno ama la música por la satisfacción sensoria que proporciona, o.
 La literatura debido a la agradable estimulación de la mente y las emociones. Uno ama un código moral o doctrina religiosa porque da un sentido de placer o euforia a la consciencia o ser moral.
Por consiguiente, entonces, el amor es un grado o jerarquía de deseo. El hombre los evaluá, dándole a unos más valor que a otros. Nosotros decimos que los deseos físicos o los amores de los apetitos son de orden bajos. Es porque estos son más comunes y más directamente relacionados a los atributos corporales del hombre.

  Ponemos más alto en la escala, por costumbre, los amores intelectuales y los fundamentales buscan placer en el idealismo espiritual y comportamiento consistentemente en ellos. Sin embargo, desde el punto de vista de la naturaleza, o podríamos decir cósmicamente, ningún amor es de menor importancia que otro, sin importar los que los poetas hayan cantado o lo que postula la religión ortodoxas. Todos los deseos en los cuales consiste el amor tienen una función natural. Ellos sirven algún aspecto de la naturaleza total del hombre.

 Es cierto que unos de nuestros amores son mucho más abrazadores que otros. Podemos decir que el amor del hombre por Dios es el sumo bien, el bien más alto. Decimos esto porque se piensa en Dios como infinito cuantitativamente y cualitativamente, el Todo en Todo mientras que por ejemplo, el amor a la comida o al sexo está limitado  a necesidades finitas orgánicas,
Los amores orgánicos están limitados porque su función está confinada a una necesidad específica. Los otros amores tienen una motivación intelectual; en otras palabras, el hombre puede imaginar una mira y un alcance ilimitados para su gratificación.

  Los amores más bajos o deseos son fácilmente satisfechos. Cuando el deseo es llenado, cesa. Los más altos amores pueden tener sus deseos extendidos y sostenidos por nuevas imágenes y la formación de objetivos continuos para realizar, sin un punto de saturación. Consiguientemente, entonces el amor es innato. Es una cualidad inherente de la naturaleza humana. Pero en algunas personas, algunos de estos amores son más dominantes que otros. Uno no adquiere un amor, pero puede cultivarlo. Podemos, por analogía, ponernos en un ambiente donde podríamos despertar uno de los deseos o amores que no hemos expresado previamente. Para más analogía, muchas personas ya tarde en la vida han estado familiarizadas con la ejecución de un instrumento musical o la pintura o la escultura. Ellas no adquieren un amor por estas cosas, pero aceleran el  sentido de la adormecida estética que ellos tienen de crear o de rodearse a sí mismo con cosas atractivas y armoniosas.
  En cuanto a amar a todos como los moralistas y los escritores religiosos expresan, es casi psicológicamente imposible. Es, por supuesto, una idea muy recomendable, pero desafortunadamente raramente posible de lograr. En nuestro vivir y en nuestras influencias de ambientes más tarde, desarrollamos ciertos ideales personales. Nos formamos imágenes mentales que representan una satisfacción para nosotros y tenemos un deseo, un amor por ellas. Por lo tanto, lo que es contrario a ellas. Por otra parte lo que es contrario a ellas casi siempre nos disgusta, ya sea que esté racionalmente justificado. Y para dar final a este artículo a veces nosotros mismo prevenimos cultivar un deseo o un amor por otro. Amar realmente a todas las personas, requeriría que uno fuera extremadamente exento de la influencia de las cosas externas en sus contactos con otros seres humanos. Se necesitaría evitar todas esas asociaciones que podrían causarles ser herido por otros humanos física y mental o emocionalmente. El figurativamente estaría en un vacío parcial, o por lo menos seria un semis-recluso. Por otra parte, los grandes mecías religiosos en sus sagrados escritos han expuesto la necesidad del amor a la humanidad. Sin embargo, a menudo encontramos en estas mismas escrituras que ellos exhortan a la humanidad a derribar a ciertas gentes como a enemigos, lo cual es difícilmente un amor no mitigado de todos los hombres.
Creo que aquí tenéis todas las palabras para satisfacer su curiosidad distinguido lector.


Peter Bustamante     

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