Sunday, June 3, 2012





             " DEBEMOS ¿ACONSEJAR ?             

¿Cuál es el mejor modo de aconsejar a un amigo de manera de ayudarlo con sus problemas?
Para mí; Peter Bustamante "ninguno". La mayoría de nosotros, en un momento u otro, ha sentido la inclinación a aconsejar, dar instrucciones a nuestra familia y amistades. Sin embargo, es aquí donde debemos ser muy cuidadosos antes de proseguir. Es aquí donde nuestros motivos personales y calificaciones para aconsejar necesitan examinarse muy minuciosamente. Lo que es más, ¿nos pidió nuestra ayuda esa persona? ¿Está él o ella haciendo todo lo posible en su propia vida para ayudar a la situación? ¿Poseemos el coraje y honestidad que se requiere para referir a nuestro amigo o amiga a otra persona que pueda estar más calificada que nosotros para aconsejar? Tal interrogatorio personal debería llevarse a cabo antes de apurarnos a darles consejos a los demás. Hay una escuela de pensamiento que dice que una persona nunca debe aconsejar bajo ninguna circunstancia.

  Ese punto de vista bien puede ser sintetizado por el autor norteamericano, Edward Newton,
que dijo: "Solamente cuando un hombre está seguramente guardado bajo tres metros de tierra con varias toneladas de granito sobre su pecho, está en posición de aconsejar con seguridad y, entonces, guarda silencio y este servidor mis queridos lectores digo "Amen".
Podemos estar tentados a decir que tal punto de vista es más bien extremo y que Newton bien puede haber ido demasiado lejos en sus negativas para aconsejar. Pero si nos ponemos en la posición de recibir consejos, podemos simpatizar un poco más con su filosofía. Por ejemplo, cuántas veces nos ha dicho una persona de buenas intenciones: Si quieres mi parecer, ¡yo iría allí y le diría una o dos cosas!" ¿Cuántas veces hemos seguido ese bien intencionado consejo? Es más consideremos a aquellas personas que siempre nos están aconsejando en modo de trivialidades y viejos dichos, tales como "Dos cabezas son mejores que una", y así por el estilo. ¿No es cierto que nuestra reacción sea hacer precisamente lo opuesto? En otras palabras, el consejo que no se quiere o se pide, cae en oídos sordos. Nuestro consejo también es rechazado si la persona a la que aconsejamos se da cuenta que presentemente estamos sufriendo de una condición similar, es como si una persona obesa le estuviera dando consejos de cómo reducir de peso.
  Has lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago "Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago", no sirve. La gente necesita un buen ejemplo. La gente que ha vencido alguna prueba o circunstancia dolorosa en la vida y obviamente se ha mejorado a sí mismas de alguna manera, muchas veces son buscadas en pos de guía constructiva. Por ejemplo, una persona que ha pasado una gran cantidad de tiempo con problemas con la policía, y subsiguientemente ha cambiado su vida completamente para lo mejor, está en una excelente posición para dar consejos a jóvenes delincuentes o gente recientemente liberadas bajo fianza. En otras palabras, esa persona ha pasado por la prueba de fuego.

  Pero también hoy en día es oídos sordos ni siquiera pasando por el mismo infierno cambiarán. Durante nuestros momentos tranquilos debemos preguntarnos: "¿Por qué deseo aconsejar a las demás gente? ¿Buena pregunta verdad? Al filósofo griego Tales se le preguntó qué era difícil. Respondió "Conócete a sí mismo" Y cuando le preguntaron qué era fácil, replicó: "Aconsejar". Por lo tanto, yo creo que debemos tratar de ser perfectamente honestos con nosotros mismos. ¿Estamos tratando de establecer una reputación como Sabio Consejero? ¿Estamos buscando prestigio, o quizás fama, admiración o hasta amor? Es cierto que desde un punto de vista psicológico hay un muy real elemento de auto gratificación, o mejor aún, de goce personal, que se deriva del hecho que podemos ayudar a otros con nuestros consejos. Pero si nuestra consciencia nos dice que nuestra sola razón por dar consejo es alcanzar el auto glorificación, entonces podemos estar seguros que nuestras perlas de sabiduría caerán en oídos sordos. Ciertamente, estarán aquellos que no sólo escuchan nuestras palabras, sino que intuitivamente perciben nuestro verdadero motivo. Así es que debemos evitar toda tentativa de auto exaltación y recordar que cualquier crédito y aprecio debe ir a la fuente original de todo conocimiento y sabiduría. En todo momento nuestra perspectiva deberá ser clara en ese respecto. Pero aún queda la pregunta: ¿Cuál es el mejor modo de dar consejo? Supongamos que un amigo o amiga viene a nosotros y comienza a discutir su problema. Naturalmente, debemos ser comprensivos y prestar atención. Podríamos expresar que lamentamos oír de su situación y que esperamos que las cosas lleguen a una conclusión satisfactoria. Recuerden que todo lo que requieren algunas personas es un hombro comprensivo.
Editorial.
Peter  Bustamante 

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